Si hay un gallego en la Luna y si solo hay 57 países sin gallegos, tener una conexión con Galicia es fácil. De esto (y de otras cosas) lleva años viviendo nuestra prensa que, como dictan los cánones de lo local, encuentra ese punto diferenciador a toda noticia que viene de fuera encontrando una conexión gallega.
Hay una especie de jerarquía. Lo ideal es haber nacido en Galicia, lo que te convierte en gallego para siempre, aunque fueran solo tus primeras horas de vida y luego te criaras en otro sitio (mirad a David Broncano). En el siguiente escalón está ser hijo o nieto de gallegos. Si hay sangre gallega en tus venas, eres gallego. Después está haber estado por aquí alguna vez, con puntos extra si es donde veraneabas de pequeño. Pero también nos vale con que tengas un amigo (¡o conocido!) gallego. Cuanto más famoso seas, mejor aceptaremos cualquier conexión, por lejana que sea, como buena.
(Faltan algunos clásicos como Julio Verne, Edith Wharton, Julio Cortázar o Ernest Hemingway porque esos van para otro artículo).