1. Las apariencias engañan.
Ok, estás de vacaciones en esa isla paradisíaca, luciendo tu mejor bronceado, relajada sobre la arena y aparece él. Su cuerpo resalta sobre el turquesa del mar y hasta creés que el brillo del sol sobre su frente despoblada de cabello le queda bien. Si lo veías en la parada del 40 un domingo a la noche, te cruzabas de vereda. Pero el contexto embellece el cuadro y traiciona a la más fina percepción femenina. Al primer “jelouu” del gringo, se nos activa una hormona poco estudiada por la ciencia que nos deja vulnerables ante cualquier acento extranjero (Gracias a Disney y a sus amigos, creemos que el príncipe azul habla en Inglés).