Antes los vuelos te costaban un ojo de la cara. Ahora volar barato es lo normal.
Hasta finales de la década de 1990 tenías que ser más rico que el tío Gilito para dar la vuelta al mundo. Ahora se venden billetes que cuestan casi lo mismo que un trayecto corto en autobús. Eso sí, viajamos solo con equipaje de mano y sin poder mover las piernas…