Nuestros antepasados olmecas diseñaron un instrumento para contar y calcular que era muy semejante a una “computadora manual”, con el que se podía sumar, restar, multiplicar y dividir.
Posteriormente, los mayas lo perfeccionaron y así llegó al conocimiento de los mexicas, quienes lo utilizaron para facilitar el intercambio comercial, entre otros usos.