En el transporte público, los asientos suelen estar divididos de forma muy evidente. El mensaje tendría que estar claro: dentro de la línea, tu asiento; fuera, el asiento de otro. Pero hay gente parece no verlo, que se espatarra y lo da todo. Sentados en la punta del asiento como si fueran los únicos pasajeros, móvil en mano, invadiendo el espacio ajeno y, oye, que se la suda.
Qué es el manspreading y por qué los viajeros respetuosos no deberían hacerlo
¿Qué es el manspreading?
Es un fenómeno que se conoce como manspreading o espatarramacho. Con los asientos bien delimitados, los espatarramachos se sienten con derecho a invadir tu asiento, para mayor comodidad de su paquete.
Porque, afrontémoslo, en la inmensa mayoría de casos los abiertos de piernas son tíos. No sabemos si este fenómeno se da porque no ven bien los colores blancos, porque su sueño de bailar ballet se truncó en algún punto de su vida o porque están participando de algún tipo de rito de apareamiento muy primitivo.
¿Por qué es machista?
El manspreading es lo que llamamos un micromachismo. Una conducta machista tan cotidiana que a menudo nos pasa desapercibida.
No es ninguna tontería: el uso que hacemos del espacio ha sido ampliamente estudiado por la psicología social. La distancia interpersonal o proxémica es clave tanto a la hora de establecer jerarquías, como al relacionarnos con nuestros amigos.
Observando el uso que hacen las personas del espacio podemos saber qué tipo de relación emocional o jerárquica tienen. En los grupos, la gente tiende dar más espacio a las personas que están más arriba en la escala social y la distancia a la que se sitúan las personas entre sí nos dice qué nivel de intimidad tienen.
Igual que tu jefa o jefe tiene un despacho más grande que el tuyo, el manspreading sirve para expresar quién manda invadiendo tu asiento. Dicho de otra forma, es una conducta que expresa “estoy por encima de ti”.
El manspreading, aunque mayoritariamente nos lo hacen a las mujeres, también puede dirigirse a los hombres. No es una conducta machista porque la sufran principalmente las mujeres, sino porque es perpetrada principalmente por hombres. Por hombres que se sienten por encima en la escala social, que se sienten con derecho a tomar tu espacio para jugar más cómodamente al Candy Crush.
Esto es producto de una cultura patriarcal en la que las mujeres son educadas para ser más pasivas y tener en cuenta siempre a los demás, mientras que los hombres son educados para pensar en ellos mismos y ser asertivos con sus necesidades y deseos. Esto tiene facetas muy positivas como la proactividad a la hora de pedir un ascenso o un aumento de sueldo, pero centrarse en uno mismo de estas manera también puede desembocar en actitudes desconsideradas hacia el resto.
No estamos locas
El tema del manspreading no es solo cosa de cuatro feministas quejándose en Tumblr y en Twitter. En 2015 la palabra se incluyó en el diccionario de la Universidad de Oxford y en el metro de Nueva York se han realizado campañas en contra que, cómo no, han levantado polémica.
En España, la CUP propuso el 26 de abril realizar una campaña contra el manspreading en el metro de Barcelona y este mismo mes de junio los autobuses madrileños han introducido unos nuevos adhesivos con la siguiente imagen:
Los defensores del manspreading
Aunque la división entre asientos esté meridianamente clara y no invadir el espacio ajeno parezca puro sentido común, al manspreading no le faltan defensores. Repasemos sus argumentos, desde los más absurdos hasta los que dan más vergüenza ajena:
1. “Los hombres tenemos algo que nos cuelga entre las piernas”
Si el manspreading se produjera debido a un impedimento biológico, todos los hombres lo harían. Como no es el caso y la inmensa mayoría sabe respetar el espacio ajeno, esta excusa huele a mentirijilla (o a ganas de presumir de lo que no se tiene). Si realmente no puedes cerrar las piernas, no se lo cuentes a Twitter, cuéntaselo al médico.
2. “Quejarnos del manspreading distrae de la auténtica lucha por la igualdad”
Hay luchas grandes y luchas pequeñas y no son excluyentes entre sí. Los feminismos se suman entre sí, no se restan. Los micromachismos tienen un gran impacto en el día a día de todas las mujeres, ya que se dan de forma constante y normalizada. Luchando contra ellos pretendemos hacernos la vida un poquito más fácil.
3. “El manspreading no es machismo, es mala educación”
Como ya hemos explicado, el manspreading tiene que ver con el uso del espacio y el uso del espacio sirve, entre otras cosas, para indicar la posición social de cada cual. Si los que hacen manspreading son hombres y están haciendo una aserción de poder respecto a su entorno, sólo hay que sumar dos más dos para llegar a la conclusión obvia.