“La tigrada” es una fiesta llena de color y tradición, que se celebra en el pueblo de Chilapa, en Guerrero, todos los 15 de agosto. Los festejos incluyen danzas, mezcal, música y ¡tigres! Pero no te asustes, se trata de un ritual en el que cientos de personas se disfrazan de tigres para llevar a cabo un agradecimiento especial a Tláloc, el dios nahua de la lluvia y a la tierra, y a la virgen de la Asunción, por los favores recibidos durante el año.
Cientos de personas se pasean por las principales calles de la ciudad, mientras otra multitud, pero de niños y adolescentes, los provocan mediante burlas, para después huir despavoridos al ser perseguidos por los felinos.
Los tigres rugen, ladran, sueltan el chirrión, beben, bailan y anuncian buena cosecha de maíz. Es una fiesta de raigambre prehispánica, transformada por el sincretismo cultural entre dos mundos.
Uno de los elementos más llamativos de la vestimenta atigrada es sin duda la máscara de madera, la cual es decorada con espejos y colmillos parecidos a los del jabalí y el perro. Este último era visto como un animal que estimulaba la acción del viento en la mitología prehispánica.
Otro accesorio que porta cada tigre es una cadena, cuyo sonido emula el del trueno como presagio de la lluvia. Algo similar ocurre en comunidades vecinas como Zitlala, donde los pobladores suelen organizar combates usando vestimentas y máscaras atigradas, sustituyendo la cadena por un fuete remojado en mezcal, el cual sirve para golpear al oponente.
La leyenda detrás de esta tradición hace referencia al latigazo del fuete como símbolo del enojo de Tláloc, dios de la lluvia, al descubrir que los hombres vestidos de tigres lo habían engañado para robar su maíz. El sonido del azote se compara con el estruendo de la tormenta.
En el caso de Chilapa, la batalla se establece entre los tigres y los asistentes al desfile que se atreven a desafiarlos. Así comienza una persecución que resulta en la venganza del tigre, quien hace comer a su presa un picante chile verde. Obstante, el perseguido por las fieras, puede evitar el castigo, siendo lo suficientemente escurridizo como para no ser atrapado. Todo esto se desarrolla en un ambiente festivo, donde no faltan el buen humor ni las risas.
Los participantes de la Tigrada suelen formar grupos culturales para identificarse y ser reconocidos por su ingenio y originalidad en la elaboración de los disfraces. Durante la festividad también se reconoce a quienes promueven y alientan esta tradición en Chilapa.
La Tigrada culmina al anochecer, cuando todos los chilapeños asisten a una gran verbena popular en el centro de la ciudad, amenizada por grupos musicales y puestos de antojitos mexicanos. La trascendencia histórica de este desfile ha llamado la atención de cadenas internacionales como Discovery Channel y televisoras asiáticas, quienes han documentado esta parte importante del patrimonio cultural guerrerense.
¿Pero de dónde surge “el tigre” como ícono de esta festividad?
Todo nos remite al culto que el hombre nativo profesaba por el jaguar antes de la llegada de los españoles. Este felino era asociado con la fertilidad, con la lluvia, con los terremotos y con la valentía. Como resultado de esos antecedentes histórico-culturales, la figura del jaguar se fue amalgamando y confundiendo con la del tigre, por lo cual ahora sus varias manifestaciones reciben el nombre de este felino, aún cuando en el fondo subyace la imagen del jaguar.