Quiénes fueron los cuatro magos más grandes de México

Estado de México
by Juan Manuel Colín Monroy 23 Nov 2015

 

1. María Sabina (1894-1985)

 

María Sabina fue una indígena  de origen mazateco, originaria de Huautla de Jiménez ( Oaxaca) quien, desde muy temprana edad, tuvo acceso a los rituales de su comunidad que involucraban la ingesta de hongos alucinógenos que, se cree, conceden los dones de la clarividencia y de la sanación. María Sabina curaba a enfermos de todo el mundo y nunca les cobraba a sus pacientes, que le donaban lo que podían. Para sus sanaciones utilizaba hierbas que encontraba en lugares sagrados de las montañas de su tierra.

Su vida personal fue de grandes altibajos, abarcando desde el padecimiento en carne propia de violencia doméstica hasta el codearse con las  grandes personalidades de la política y la cultura de ese momento, como Bob Marley, los miembros de The Rolling Stones y hasta se rumora que el propio Walt Disney la visitó en su pueblo natal.

Sus enigmáticas predicciones y su uso de los hongos alucinógenos, que ella llamaba “niños santos”, fueron ampliamente documentados por parte del banquero y micólogo Robert Gordon Wasson.

En los últimos años de su vida, sin embargo, y debido a la abrumadora popularidad que llego a tener, empezó a desarrollar una personalidad retraída y distante, debido a que creía que los diversos males que ella había sanado a lo largo de su vida ahora hacían mella en su cuerpo y en su mente, pues creía que estaba siendo castigada por los “niños santos” por haber revelado sus secretos a gente que solo los consumía para su entretenimiento y no para su sanación.

Luego de su muerte, el 22 de noviembre de 1985, María Sabina se transformó en un personaje heroico honrado por su pueblo y reconocido en todo el mundo.

 

2. Nezahualpilli (1464-1515)

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Gobernante de la bella ciudad prehispánica de Tezcuco y descendiente del “rey poeta” Nezahualcoyotl, Nezahualpilli fue un tlatoque (rey) del linaje acolhua , miembro destacado de la Triple Alianza del Imperio Mexica. Es recordado por seguir las prudentes acciones de su progenitor, enfocado en cultivar las artes y la poesía dentro de sus dominios, convirtiendo a su ciudad en el centro cultural del México antiguo.

Los escritos de la época lo recuerdan también como  “un gran nigromántico, conocedor de las cosas del cielo y de la tierra”. Las crónicas coloniales también hablan de la aparición de funestos presagios que auguraron  la caída del imperio azteca y de  los esfuerzos de Nezahualpilli por hacerle entender al soberano de Tenochtitlan su significado, advirtiéndole que sus decisiones políticas en los dominios tributarios de su vasto imperio llevarían al colapso final.

Valiéndose de un espejo de obsidiana, elemento indispensable para el arte adivinatorio en el México Antiguo, pudo visionar el oscuro futuro del imperio. Fue tanta su insistencia por evitar la inminente catástrofe, que el mismo Moctecuzhoma Xocoyotsin, Huey Tlatoani de Tenochtitlan, temiendo que el soberano de Texcoco quisiera usurpar su trono, ordeno su asesinato, lo cual permitió que él pudiera alterar la sucesión del gobierno de Texcoco, ocasionando que el legítimo heredero, Ixtlilxochitl II, al verse privado de su legítimo reino, se aliara con los conquistadores españoles, siendo su participación vital para consolidar la presencia hispana en Mesoamérica.

Sin embargo, la tradición oral indígena niega que Nezahualpilli haya muerto, sino que sostiene que, conocedor del fatal destino de México y decepcionado del mundo que le rodeaba, partió hacia otras regiones, esperando encontrar en otras esferas más allá de nuestra realidad un poco de paz para su afligido espíritu.

 

3. Martín Ocelotl (1496-1537)

Martín Ocelotl

 

Martín Ocelotl fue un sacerdote y hechicero indígena del México colonial temprano, que en su momento llegó a acaudillar a varios nobles indígenas disconformes con la gestión de la Corona Española sobre el Nuevo Mundo.

Descendiente de grandes sacerdotes y sacerdotisas, se le atribuía la capacidad de invocar a las tempestades a voluntad, y de curar con multitud de hierbas dolencias para las que la medicina occidental no había encontrado remedio hasta el momento.

Después de la conquista española, muchos nobles indígenas que habían apoyado las pretensiones de la corona española, ya sea con aprovisionamiento, alojamiento y armamento para las campañas de sometimiento de otros reinos del México antiguo, se vieron decepcionados al ver que eran desplazados de la toma de decisiones de la nueva administración europea.

Al ver que se hacía caso omiso a sus justas demandas, estos empezaron a conspirar, y sabiendo que las autoridades eclesiásticas estaban del lado de los gobernantes ibéricos, se valieron de los sacerdotes de la antigua fe y de siniestros nigromantes, entre ellos el mismo Martín Ocelotl, quien organizó una infraestructura capaz de crear el suficiente adoctrinamiento de tropas para el futuro conflicto que esperaban desatar.

La autoridad virreinal, al conocer estos actos de insurrección, lo encarcelo con el propósito de enjuiciarlo y ordenar su auto de fe, pero debido a la tremenda popularidad de Martín Ocelotl entre los naturales de México, y temiéndose una rebelión por su ejecución, se optó por enclaustrarlo de por vida en un monasterio en España. La nave que había de llevarlo a Europa jamás llego a su destino, ya que desapareció en el mar junto con el hechicero, sin dejar rastro alguno…

 

4. Tezcatlipoca. El espejo humeante, el enemigo de quien todos son esclavos.

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Tezcatlipoca fue el maestro de los primeros hombres, a quienes les enseñó el arte de la adivinación y de la magia, siendo su principal protector y benefactor. En el imaginario popular, ha pasado como una deidad embustera y de tinte maligno, pero en los tiempos antiguos era ampliamente reverenciado por plebeyos y gobernantes, ya que era el dios de las riquezas y de la magia. Entregó a los hombres la música y las artes para que en ellas encontrarán tanto propósito como dicha, pero también fue implacable con la humanidad, pues trajo ruina y peste a la ciudad de ensueño de Tollan, gobernada por Quetzalcoatl, causando la ruina como destrucción de su bien amada urbe, además de instaurar los sacrificios humanos en el México Antiguo.

En las crónicas coloniales se alude que le advirtió al mismísimo Moctecuzhoma Xocoyotzin de la pronta caída de su imperio, apareciéndose como un borracho enloquecido ante unos emisarios que el monarca había enviadao para habar con  Hernán Cortés. Se dice que, valiéndose de su magia, mostró la terrible visión de Tenochtitlan ardiendo.

En los mitos en que se le menciona se lo muestra como un hábil hechicero que ayuda y perjudica a voluntad. Un dios antagónico, un joven mancebo o un terrible nigromante, la presencia de este dios y de sus prodigios han trascendido la barrera del tiempo, siendo mencionado en las narraciones orales indígenas con atributos del satanás bíblico, pero también como servidor de los hombres desesperados que buscan en su enigmática figura protección y bendición.

 

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