Con Oaxaca, y muy particularmente con la región del Istmo, me unen vínculos muy entrañables: la gastronomía y mis muy apreciadas amistades. Allá encuentras comida excelsa, tradiciones, fiestas y gente agradable, talentosa, que ve la vida con ligereza, pero también solidaria y de lucha social.
Cuando uno habla de comida, uno habla de la vida misma, y los platillos del Istmo son una gozada y merecen recalcadas menciones. Siempre he dicho que esa tierra representa una de las cocinas más honestas de México: cocineras tradicionales auténticas, ingredientes locales, sabores exquisitos (algunos exóticos e inigualables), colores vivos, aromas únicos y recetas de ensueño.
Platillos icónicos como el caldo de iguana, que lo encuentras en el mercado de Juchitán, una muy folclórica y obligada visita. De la iguanita, también te sugiero pruebes sus tamales, ahí mismo.
Para abrir boca, considera unos camarones frescos y una buena cerveza.