Conoce la magia de San Pablito, en Puebla, hogar de los artesanos del papel amate
En San Pablito (Puebla), los “buenos” visten de blanco, andan descalzos y portan frutas y demás bondades. Los “malos” son negros, calzan zapato de licenciado y cargan sobre sus hombros dos pesadas cabezas para ver sus maldades. Son dioses, decenas de ellos, que cobran vida en maravillosas creaciones a manos de artesanos locales, quienes transforman milagrosamente la corteza de un árbol en el legendario papel amate.
Hay mucho por hacer en San Pablito y su vecino Pahuatlán. Uno de los paseos por excelencia es al “Puente colgante” y a la “Poza del muerto”. Por calles empedradas repletas de apacibles casitas de adobe, pronto se llega a un escenario de pródiga vegetación y humedad. Los senderos nos conducen hasta el imponente puente colgante que cruza el río y luego conduce a las pozas y cascadas cristalinas de la región. De regreso al pueblo, una parada obligada son los balnearios que alimentan sus albercas con aguas prístinas de manantiales y filtraciones de agua.
Crédito: Juan Carlos Piña
Igual que hace cientos de años, las técnicas de producción del papel amate no han cambiado en nada. La recolecta de la corteza, cocción y blanqueado siguen intactas. La transformación es difícil de creer: tiras de corteza golpeadas con una piedra de molcajete, crean un ritmo sonoro que se escucha en todas las casas de los artesanos del pueblo, y dan lugar a pliegos de papel que reposan al sol sobre tablones de madera hasta alcanzar el secado óptimo.
Crédito: Juan Carlos Piña

Lo que ha cambiado con la llegada de la modernidad es el destino del producto, principalmente para papelería y ornato. Pero en San Pablito aún se mantienen los rituales y vínculos del papel con los dioses de la región: cacahuate, jícama, maíz o guayaba. Dioses buenos y malos persisten en la cosmogonía actual de sus habitantes.
Crédito: Juan Carlos Piña

Visitar San Pablito es como viajar al pasado para obtener una gran lección de vida: una comprobación tangible de la estrecha relación entre el hombre, la naturaleza y sus deidades.
Crédito: Juan Carlos Piña

¿Cómo llegar?
Desde Ciudad de México, por la ruta de la carretera federal 132 (México-Tuxpan-Tampico) hasta el entronque de San Pedro, de ahí tome la estatal 109 hasta Pahuatlán.