No te asustes por el título… Sólo voy a contarte que durante los primeros días de mayo, en Guerrero, se celebra una tradición en la que todos los integrantes del pueblo La Esperanza y los del vecino Rancho Las Lomas se pelean entre sí, hasta que uno de los contrincantes pierda una gota de sangre, la que es entregada como sacrificio para los dioses, a cambio de una buena temporada de lluvia.
Hombres, niños, mujeres y ancianos se buscan un contrincante del pueblo vecino y se golpean hasta que uno de los dos decida que ya recibió suficientes golpes. Para ellos, cada gota de sangre significa una gota de lluvia, así que las peleas no suelen terminar hasta que se abran un par de labios y se truene por lo menos una nariz.
Los festejos no sólo incluyen golpes, claro, sino que las celebraciones duran tres semanas, e incluyen subidas a cerros y rezos a la Virgen, a Jesucristo y a Tláloc. Las peleas sólo son el broche de oro.
Estar en La Esperanza y ser parte de esta tradición empieza a tener sentido conforme empiezas a beber con ellos y comienzas a asustarte con el sonido de los pómulos que se chocan. Aquí dos personas con las mismas condiciones físicas se dan la mano, se golpean hasta sangrar y se despiden con un abrazo y un trago de mezcal.
Aunque la tradición de este desfile es relativamente joven, tiene profundas raíces asociadas a la mitología mesoamericana y a los rituales para invocar el poder de la Madre Tierra. Por ejemplo, el viaje de Tepeyollotl, dios de las montañas, hacia las entrañas de la Tierra, convertido en jaguar, para procurar fertilidad y abundancia.
La estrecha relación entre la cosmovisión nahua y la razón de ser del sacrificio de sangre de estos pueblos, nos lleva a percibir la arraigada creencia de los pueblos nativos, que confían en que el cuerpo humano representa la más valiosa de las ofrendas a los dioses.
Podemos también apreciar en este festival la evolución de sincretismo religioso entre ambos mundos. Por un lado santos y vírgenes, que se conforman con penitencias y autoflagelaciones, y por el otro a un panteón de deidades que se niega a abandonar la tierra en la que reinaron por milenios. Y quienes exigen sangre para la perpetuidad de la vida en la tierra.