Photo: Viaval Tours/Shutterstock

Seis cosas muy importantes que aprendí trabajando en Disney World

Orlando
by Iliana Garcia 3 Jul 2015

1. Todos los trabajos son importantes.

No importa si eres la persona abajo del traje del mismísimo Mickey Mouse, o si te dedicas a limpiar mesas en un restaurante de comida rápida. Ante todo eres un cast member y, como tal, sabes que tu trabajo más importante es lograr que la magia de Disney se viva y se sienta todo el tiempo. Esa es la razón por la que todos los trabajadores sonríen siempre y son tan amables, ese es el verdadero trabajo. Veámoslo así: los custodials no se encargan de barrer las escaleras, si no que se aseguran de que esas escaleras estén listas para el show en todo momento. La chica en el papel de Cenicienta no está posando para fotos y firmando autógrafos, ella se encarga que el sueño de una niña pequeña se haga realidad. ¿Yo? Yo no vendía tacos y churros en el Pabellón de México (EPCOT), sino que daba compartía mis tradiciones Mexicanas a gente de todo el mundo.

2. “El cliente siempre pierde la razón”.

La gente que visita Disney sabe que ha invertido su dinero en unas vacaciones en “el lugar más feliz de la Tierra”. Y no espera nada menos. Los huéspedes nunca entenderán que hay ciertas situaciones que se salen del control de los trabajadores y que no podemos “hacer que deje de llover”, por ejemplo, o “que la fila avance más rápido”. Ser el cast member más cercano a algún huesped molesto no es la parte más bonita del trabajo, pero sí una excelente oportunidad para ir above and beyond en el servicio al cliente, algo que después de todo, es la especialidad de Disney. Aprendí a ponerme en los zapatos de las demás personas, a escucharlas, a pensar en cómo me gustaría que me trataran a mí en esa situación y a hacer todo lo que estuviera en mis manos para ayudarlos, con la única condición de que volvieran a sentirse bien y felices. Sabemos que cada vez que un cast member crea un momento mágico, el espíritu de Walt sonríe. Es cursi lo sé, pero eso nos hace sentir muy orgullosos.

3. Aprendí a cultivar la amabilidad y la tolerancia, pero sobre todo ¡la paciencia!

Imagina un día caluroso de octubre en Florida, es temporada del festival Food and Wine, EPCOT está lleno a reventar y la gente se amontona en cada kiosko de comida. Mientras intentas mantener el orden, los guests despistados te hacen la misma pregunta boba (Where are the straws?) una y otra vez, y, por supuesto, tienes que contestar con una sonrisa. Siempre. Alcanzas a ver muchos niños a tu alrededor, algunos corriendo, otros llorando, buscando a sus papás o tirando su comida al suelo. Hace cuatro horas que no comes nada, ni has ido al baño, ni has revisado tus redes sociales. La verdad es que te estás volviendo loco, pero sabes que si puedes con eso, podrás con lo que sea. No se sientan mal por nosotros, pobres cast members ¡la verdad es que nos encantó! Tiempo después se vuelve divertidísimo recordar lo ridículas que eran algunas situaciones por las que los huéspedes nos hacían pasar.

4. Comprobé qué pequeño es el mundo, ¡después de todo!

Ser parte de los programas internacionales de Disney significa trabajar, vivir y compartir todo un año con gente de todo el mundo. Tuve la oportunidad de tener cuatro compañeros de casa de otros países. Bastaba con cruzar la puerta de mi casa para toparme con alemanes, franceses, estadounidenses, puertorriqueños y marroquíes. Tuve la suerte de trabajar en EPCOT, y por lo tanto ir todos los días al único lugar del mundo donde diez diferentes países están a sólo algunos pasos de distancia… Toda esa convivencia 24/7 con otras culturas sin duda abrió mi mente, me quitó prejuicios y me acercó a muchísima gente, a pesar de las diferencias entre unos y otros. La experiencia termina después de un año, pero los amigos en otros rincones del planeta duran para siempre. Y también la seguridad de que ningún lugar es inalcanzable.

5. Confirmé que solo se va a Disney una vez…

…o dos o tres, no importa, lo importante es saber que es una oportunidad única para disfrutar en grande todo lo que Disney, Orlando y Florida ofrecen. Y cuando se es cast member, las opciones son inagotables: entradas gratis a los parques, fiestas todos los días, pool parties, descuentos en mil tiendas y restaurantes, Universal Studios, playas cercanas, deportes extremos… no hay razón alguna para quedarse en casa. Es cierto que el cuerpo me cobró factura de todas las noches sin dormir, de la alimentación a base de papas y hamburguesas, de las cantidades de alcohol que no estaba acostumbrada a ingerir, y hasta de la forma de gastar mi dinero, pero todas esas cosas son precisamente las que forman mis mejores recuerdos de ese año. ¡Definitivamente valió la pena!

6. Y tengo la seguridad de que la magia nunca pierde su encanto.

Los parques de Disney tienen un lado no tan mágico: el backstage. Pasear por los túneles de Magic Kingdom o recorrer el área de remolques de EPCOT es verdaderamente conocer las entrañas de Disney World. Nadie te prepara para el momento en que te das cuenta que Mickey Mouse es en realidad una señora chaparrita y canosa, o para ver a la Princesa Aurora y a Blanca Nieves fumándose un cigarro afuera de la cafetería. En ese momento ahogas un gritito y bromeas con tus amigos sobre cómo sientes que perdiste la ilusión de tu infancia. Tiempo después, visitas Magic Kingdom, haces fila para tomarte una foto con Mickey o las princesas y al llegar tu turno te emocionas como los niños de cinco años alrededor de ti. Tu ilusión está intacta, de hecho es posible que el conocer cómo son las cosas tras bambalinas te ayude a ver todo más real y más divertido. Te gusta conocer los secretos del detrás de la escena y te emociona ser parte de la magia y la fantasía que sólo se vive en Disney World.

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