Photo: Cabeca de Marmore/Shutterstock

20 Señales de que creciste en Córdoba

Córdoba
by Silvana Spinelli 18 Apr 2016

 

1.

Tenés apodo. Y tenés muchos. La cantidad de apodos es directamente proporcional a tu edad. Un cordobés promedio llega a los 50 años llamándose Juan, alias el “cara e pipa” “pan triste” “alfajor mal pegado” “canario manco”. ¿Lo conocés? Sí, el que camina como “ropero que se lo lleva la corriente”.

2.

Sos alegre y podés entablar una conversación con cualquiera, sobre cualquier tema, aunque “toqués de oído” o no “cacés una”. Entrás en confianza “al toque” y le sacás una sonrisa hasta al más amargo.

3.

Tenés mucho sentido del humor. Incluso cuando querés hablar en serio suena a chiste o cargada. El peor invitado para un velorio. Y qué vas a hacer, si creciste en un gran teatro de comedia: el quiosquero, el chofer del colectivo y hasta tu maestra de 5° grado eran humoristas amateur.

4.

Tu tonada es inconfundible. El acento cordobés modificó la estructura de tu adn y ya nunca podrás hablar sin arrastrar las vocales, es tu “marca registrada”. Y que nadie trate de imitarla, es imposible. (Si tan sólo lo entendieran los productores de telenovelas…)

5.

Aprendiste que los colores primarios son el “verde boteia”, el “amariio patito” y el “negro c…” ¡Cuidado! (mirá que rima)

6.

Te gusta exagerar las palabras. Para vos algo no está bueno, está “Buenaso”; no hiciste un viaje, te pegaste un “viajesón”; no te levantaste con resaca, es un “resacononon”.

7.

Sos fiel al Fernet con Coca por sobre todas las bebidas del mundo: prepararlo con Pepsi es un sacrilegio y si no querés ir al infierno, que sea Branca. Ahora bien, si un día lo traicionás, que sea con un “Pritteao”.

8.

No creciste con Danonino, sino a base de criollos y mate cocido del paicor.

9.

Te encantan los alfajores de maicena, las chipacas, la tortilla con chicharrón y las tortas fritas, que son la mejor compañía del mate. (¡Y los peores amigos de las dietas!)

10.

Alguna vez tomaste mate en la plaza de la Intendencia, en el Paseo de las Pulgas o en Ciudad Universitaria. Un mate no se le niega a nadie, la bombilla no es micrófono, si se tapa le rascás el “culo” y mate chorreado, cebador gorreado.

11.

El mate lo tomás con “yuyos”: menta, peperina, burro, ruda. Toda hierba silvestre que crezca en las sierras cordobesas va a parar al mate, como “todo bicho que camina va a parar al asador”.

12.

Amás los asados y sos capaz de improvisar uno en cualquier lugar: en un balcón de medio metro cuadrado o al costado de la vereda. En el baúl del auto tenés siempre una parrilla, por si “pinta” (el matafuegos es lo de menos).

13.

La base de tu pirámide alimenticia es el “choripán”, y el mejor momento para comerlo es a la salida del baile al ritmo de un “cuartetaso”.

14.

Si hablamos de baile, decimos “Mona Jiménez”, que no es un simio, sino el cuartetero más “pulenta”. La Mona te enseñó geografía de Córdoba capital con lenguaje de señas, y la que más te gusta es la de barrio General Bustos.

15.

Aunque, si de simios hablamos, tal vez le tiraste cáscara de mandarina al Mono Silvio alguna vez.

16.

Alguna vez también… bailaste el “chuchuwa” con Piñón Fijo, te fuiste de viaje de estudios con Telemanías, festejaste el día de la primavera en Carlos Paz y el día del niño en el gusano del Superpark.

17.

En la escuela te llevaron de excursión al Cerro Colorado, acampaste con tus amigos en Mayuj Sumaj y subiste al cerro Uritorco para hacer contacto con los extraterrestres.

18.

Seguramente tomaste cubana con fanta en algún baile, compraste praliné con el vuelto de los cospeles y comiste panchos electrónicos en la peatonal.

19.

Fuiste al Kempes, cuando se llamaba Chateau. Te hiciste Pirata, Tallarín o de la Gloria, pero nunca serás un “pecho frío”.

20.

Al pan, pan, y al vino, Toro; no anden “echando moco”; y tasa tasa, cada uno a su casa. Ve vo.

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