1.
Sabes lo que significa “chulío” y se te viene a la mente una gorra y unos billetes entre los dedos.
2.
Te ahuevas de andar a pata en carnaval.
3.
Pasas una y otra vez por «la Remigio» o la calle larga hasta que asome algún pana para fumar un tabaquito o tomar una tocha de pecho suco.
4.
Pides todo en la tienda con «ito»: un tabaquito, una tochita, cinco pancitos…
5.
Conoces al menos uno de estos lugares para deleitar el paladar con bajo presupuesto: los Sanduches de pernil de doña Piedad o del Mono, las papas de la Margarita, o los hotdogs del Tropical.
6.
Y no te pierdes el helado de «amor brujo» en La Tienda cada domingo.
7.
Te ríes… pero en el fondo te cabrea un poquito que los ecuatorianos de otras partes hagan notar tu particular acento.
8.
Al mismo tiempo, te sorprende mucho oír a un cuencano hablando en la radio o en la tele, y piensas «¡¿Así hablaré yo?!».
9.
Te vuelven loco los castillos, los dulces, los juegos, las bandas y el canelazo del Corpus Christi.