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13 señales de que creciste en Uruguay

Uruguay
by Nicolás Kronfeld Wurzel 3 May 2016

Hay sentimientos que no se pueden traspasar y solamente los entiende el que los vivió. Si leés esta lista y sentís que la podrías haber escrito vos, definitivamente creciste en Uruguay.

 

1. Todo es motivo de un asado.

Cumpleaños, nacimiento, recibimiento, buena noticia o que el sol salió más temprano son excusas suficientes para comprar unas carnes, algo de achuras y prender el fuego.

 

2. Conocés el verbo “bizcochear”.

Aunque la Real Academia Española no lo reconoce, los uruguayos sabemos que bizcochear es la acción mediante la cual se comen bizcochos sin medir la cantidad, simplemente hasta quedar muy llenos. Se puede bizcochear salados y dulces o sólo de un tipo.

 

3. En febrero dormís lo que podés.

Las murgas se extienden hasta la madrugada y no se te cruza por la cabeza irte a dormir antes de que termine la última. Por eso no importa si hay colegio, trabajo o es tu casamiento: en febrero te acostás a cualquier hora y te levantás como sea, cuando sea.

 

4. Un lugar con más de 10 personas te parece lleno.

En Uruguay somos pocos y, si alguien te pregunta cómo estaba el bar, no dudás en responder “movido”, aunque sólo había tres mesas ocupadas y “casi lleno”, si había más de 15 personas. No es exageración, es sentido de la realidad.

 

5. Los sucesos de tu vida se expresan como situaciones de un partido de fútbol.

Si te pasa algo grave es “un penal” pero si sucede lo contrario es “un golazo”. Si te agarran in fraganti quedaste “en offside” y si todo sale mal te sacan “tarjeta roja”. El fútbol es vida, lo demás son sólo detalles.

 

6. No sabés cuándo te hiciste adicto al mate.

No recordás a qué edad lo probaste ni si te gustó en esa primera vez, pero lo único seguro es que de un momento para el otro dejaste de entender la felicidad sin estar cerca de tu termo y tu amargo bien cebado (con montañita, no como una piscina).

 

7. El ritmo lento de tu país te parece normal.

Si viajás a Buenos Aires tenés que irte a los pocos días porque la velocidad de la capital vecina te cansa. Si alguien te apura le preguntás “¿Quién te corre?”. Y si no les gusta…es porque no conocen Uruguay.

 

8. Te molesta que los extranjeros no conozcan tu país… ¡y que lo confundan con Argentina!

Duele por la historia de hace unos siglos, porque es más grande y es el vecino con el que nos peleamos como hermanos. Pero también hay problemas con Paraguay, que suena parecido pero no es ni un poquito similar a nuestro país. ¿Asunción? Montevideo, míster.

 

9. Si tenés dos autos adelante te parece que hay mucho tráfico.

En ciudades pequeñas que se pueden recorrer caminando o en el interior, que muchos usan moto, tener que esperar por exceso de tránsito es algo que te desespera. No lo podés entender y sufrís de mal humor si hay varios autos delante tuyo cuando querés maniobrar.

 

10. El ritmo del candombe te hace mover sin importar dónde estés.

Empieza a sonar una comparsa y te ponés a bailar. Quizá no lo hagas con tu máxima expresión, porque estás en la fila para hacer un trámite o en el trabajo, pero es imposible contener el movimiento.

 

11. Sabés que las playas de tu país son únicas.

No te alterás cuando un brasileño dice que sus costas son las más lindas para el verano…Más bien te guardás la energía para otra discusión, porque en el fondo sabés que la mezcla de hermosura y tranquilidad que tienen las playas uruguayas es codiciada por todos y es la razón por la que tantos extranjeros de todas partes del mundo eligen nuestro país para descansar (como debe ser) en sus vacaciones.

 

12. Extrañás chistarle al guarda.

Antes, cuando querías bajar del ómnibus por la puerta del medio o trasera del vehículo y no había timbre tenías que gritarle “chhh” al guarda para que le avisara al conductor que frenara en la próxima parada. Ahora no hay más puertas del medio y en todas las traseras hay timbres, así que perdimos ese gesto pintoresco para siempre.

 

13. A veces querés que llueva (aunque no se lo digas a nadie) para comer tortas fritas.

Cuando llueve te lamentás, cuando tu mamá prepara unas tortafritas decís que engordan o que te dejan muy lleno, pero en el fondo, todos sabemos que una lluvia cada tanto siempre es bienvenida porque es sinónimo del bocado más rico que tenemos en Uruguay. Ah, y si es un domingo, ¡mejor imposible!

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