En el México antiguo había personas especializadas en “guardar los días”: eran hombres y mujeres especializados en el cómputo del tiempo y el conocimiento de los mitos. Ellos designaban el nombre de las personas de acuerdo a su fecha de nacimiento y por eso los nombres propios eran al mismo tiempo la fecha en que había nacido la persona.
Por ejemplo Ce Ácatl (1- Caña), Ome Ehécatl (2- Viento), Chicuhei Mázatl (8- Venado). Para distinguirse de entre otras personas se utilizaban apelativos. En mi nombre, según el antiguo calendario, mi apelativo es “de Lluvia”; pero había los más variados como: “Garra de Jaguar”, “Collar de Jade” o “Serpiente Quetzal”.