11 superpoderes argentinos que el resto del mundo desearía tener

Argentina
by Silvana Spinelli 1 Aug 2016

1. Agrandamiento geométrico

La capacidad que tenemos los argentinos para exagerar cualquier cuestión es directamente proporcional al tamaño de nuestro ego. Los Argentinos tenemos “la calle más larga, el río más ancho y las minas más lindas del mundo” (y los chongos también). Messi, Maradona, Favaloro y el Che, la argentinidad al palo, y hasta Dios juega para nosotros, con vocero propio en el Vaticano.

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2. Realismo Mágico

En Argentina todo es posible. Estamos a un paso de Narnia. El día menos pensado el secretario de un ex ministro puede ser capturado por policías escondiendo miles de millones de dólares, joyas y armas en un convento de mampostería, las monjitas darle coartada y ser defendido por una penalista cantante de cumbia. La defensora en cuestión, más conocida como la “abogada hot”, puede abandonar el caso para entrar al concurso de baile del show televisivo más popular de Argentina. El conductor del programa puede candidatearse a dirigir la Asociación de Fútbol más corrupta después de la FIFA, pelearse con el Presidente de la nación por un ejército de Trolls enviados a desprestigiarlo por Twitter y reunirse ambos al día siguiente para jugar al swap face con snapchat.

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3. Panquequismo

Nuestra postura frente a casi cualquier tema puede girar 180 grados de un momento a otro sin el más mínimo sentimiento de culpa. Nadie supera el archivo. No doy nombres, porque debería empezar por el mío. Panqueque con dulce de leche… postre nacional.

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4. Camaleónicos nivel X-Men

Los Argentinos tenemos un sentido de la adaptación y resurgimiento digno del Fénix. Un argentino cualquiera puede nacer en la provincia más chica del país, ponerse de apodo “Palito”, imitar a Elvis, convertirse en el ídolo más popular de la canción juvenil, luego actor, productor de cine, gobernar una provincia, ser candidato a vicepresidente de la Nación, y finalmente rescatar a Charly García en una clínica de rehabilitación.

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5. Asadores cósmicos

Todo argentino tiene la capacidad de improvisar un asado en cualquier circunstancia, aún en microondas, si fuera necesario. ¡Pero que Dios no lo permita! Con mínimos elementos, podemos asar una carne sobre la vereda, en la calle, al costado de la ruta, en un balcón, una chimenea, y hasta en un radiador. El efecto secundario de este superpoder es el contagio: el olor a asado activa nuestras papilas gustativas y salivamos más que los perros de Pavlov. Eso nos lleva a desear un asado, aunque debamos aniquilar nuestro sueldo para comprar la carne, o quemar un arrayán para hacer el fuego. Nota: este superpoder sólo es válido a principios de mes o con aguinaldo.

 

6. Mandrakismo financiero

Ante el Godzilla inflacionario, desplegamos estrategias dignas de un mago. Truco más reconocido: estirar la plata hasta fin de mes. Ejemplo: pago todas las cuentas y sólo el mínimo de la tarjeta, entonces la uso para recorrer los supermercados en búsqueda de “precios cuidados”. Termino comprando tres kilos de arroz en el chino, me convierto en asiático y como ya somos casi hermanos, me da el vuelto en caramelos para que tenga postre después del sushi sin salmón. Daño colateral: estreñimiento agudo. El arte de llegar a fin de mes viene adquiriendo dimensiones de alquimia. Estamos a un paso de multiplicar los peces y convertir el agua en Fernet con Coca. Ese día dominaremos el mundo, sin dudas.

 

7. Polemizar

De cualquier tema podemos hacer una polémica. Le metieron los cuernos a Pampita, ¿estás a favor o en contra de la China Suárez? Atraparon un pokemon en el obelisco, a favor o en contra de la persecución de pokemones. Es el cumpleaños de Mirtha Legrand, a favor o en contra de la eutanasia. Si el tema es el fútbol, se nos va la vida en ello. Todos los caminos llevan al fútbol, y pierden su rastro en la AFA.

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8. Futbolizadores biónicos

El argentino no nace con un pan abajo del brazo, nace con una pelota abajo del pie. Cualquier niño de cinco años es capaz de dormir la pelota en el empeine. Incluso una mujer caminando con tacos y plataformas de diez centímetros puede devolver una pelota perdida en el parque con un zurdazo de calidad. Sólo algunos argentinos nacen sin este superpoder y generalmente se convierten en periodistas deportivos. Este superpoder, sin embargo, tiene una reacción adversa, la bipolaridad en los hombres: si gana la selección argentina son todos felices; si pierde, toman antidepresivos. Y en la mujer, genera el síndrome de la botinera crónica (Véase vademécum según Wanda Nara).

 

9. Sabelotodismo

Los argentinos tenemos la capacidad de opinar de todo, como si tuviéramos un acceso directo a Wikipedia desde nuestro lóbulo frontal. Sin embargo, los datos parecen sacados de La Gente Anda Diciendo: “‘Vos tenés que empezar el curso de Mindfulness. Es una técnica donde todo te chupa un huevo’; mujer de unos 40 años a otra de la misma edad, Acoyte y Rivadavia, CABA, Miércoles 13hs.” Algo es seguro, nunca nos quedaremos callados. Si no se sabe, se inventa.

 

10. Todos somos Chamuyator

Esta destreza se desarrolla desde temprana edad en cualquier escuela primaria ante lo que conocemos como lección oral. Luego se perfecciona en la universidad, en lo que se llama “el arte de levantar minitas” o “estrategias para ponerla”. Finalmente, se alcanza el doctorado en chamuyo cuando se aprueba la materia: excusas para el jefe. Ante cualquiera de estas instancias no hay quién nos gane: Sacamos la guitarra, erke, charango y bombo, y te damos carnavalito para toda la vida.

 

11. Sonrisa Vitalicia

Eso sí, no importa lo que nos pase, en cuántas oportunidades nos traicionen o nos traicionemos a nosotros mismos, e incluso a nuestro pesar; cuántas veces nos caigamos, siempre nos volvemos a levantar, con “un clavel en la mano” y “la sonrisa en el ojal”. <3

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