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Todo lo que las españolas le debemos al feminismo....y quizás ni lo sabías

España
by Sonsoles Lozano 7 Mar 2019

A lo largo de la historia, para que hoy las mujeres podamos hacer algo tan simple como abrir una cuenta de banco sin la autorización de un marido, muchas salieron a la calle, protestaron, se mantuvieron firmes, alzaron sus voces, fueron acusadas de terroristas. Muchas acabaron en la cárcel, otras fueron torturadas, incluso asesinadas. Hoy, los sectores más machistas y conservadores las llamarían feminazis.

Pero gracias a estas «feminazis», todas las mujeres españolas podemos disfrutar de una autonomía como nunca en nuestra historia. Tanto por prejuicios como por desconocimiento, el feminismo tiene también sus mujeres detractoras. Quizás jamás se han planteado lo inmensamente afortunadas que son, ya que disfrutan de unos derechos y libertades que son logros exclusivos del movimiento feminista.

Ahí va todo lo que el feminismo ha hecho por ti, por mí y por todas.

Puedes estudiar en la universidad

Hasta el 8 de marzo de 1910, una mujer debía hacer auténticas piruetas para poder estudiar en la universidad. Fue en esa fecha cuando La Gaceta de Madrid publicó una Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública que permitía, por primera vez en la historia, la matriculación de alumnas en todos los establecimientos docentes.

Tres «feminazis» de cuidado destacan en esa lucha: Concepción Arenal, María Elena Maseras y Dolores Aleu. Ellas nos consiguieron una nueva parcela de libertad en la vida civil, a través del acceso a la educación para todas. Que es como decir que consiguieron sacarnos de la incultura a la que estábamos destinadas simple y llanamente por el hecho de ser mujeres.

Gracias, feminismo.

Puedes elegir emparejarte, casarte o ninguna de las dos

Victoria Kent y Margarita Nelken fueron las feministas más constantes defendiendo el matrimonio civil durante la Segunda República, periodo en el que fue posible casarse fuera de la Iglesia. Pero hubo que esperar de nuevo a la Constitución de 1978, tras 40 años de prohibición durante el franquismo, para que volviese a ser legal. Este nuevo derecho dio paso, poco a poco, a una nueva mentalidad y hoy día muchas parejas pueden decidir vivir juntas sin casarse, casarse por la Iglesia o por lo civil. El feminismo es un avance para todas y todos.

El tema de la soltería siempre fue diferente. Se hablaba con una mezcla de pena y desdén de las mujeres a las que se les había pasado «la edad de casarse» y se las condenaba de antemano: «Esa se queda para vestir santos»; se decía que eran «raras».

Sin embargo, el hombre podía quedarse soltero y, a ojos de la sociedad, estaba bien visto.

El hombre que no se casaba era porque no quería y la mujer que no se casaba era porque no podía. En ambientes conservadores, esta idea aún resuena.

La Falange lo tenía claro. El número del 13 de agosto de 1944 de la revista de la Sección Femenina decía: «La vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera simular —o disimular— no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse».

Pero muchas mujeres realmente deseaban vivir solteras: era —y es— una forma de libertad. Y por supuesto también querían gozar de libertad sexual, sin que por ello se las considerara ligeritas, desvergonzadas, pecadoras, zorras, putas, etc.

Si hemos avanzado muchísimo en ese sentido ha sido gracias a las voces de muchas mujeres que se rebelaron contra esta doble moral sexual entre hombres y mujeres. Y, en este sentido, la lucha continúa.

Gracias, feminismo.

Puedes votar

Las mujeres que salieron a la calle a reclamar su derecho a elegir a sus representantes era llamadas suffragette, término que también fue usado de forma despectiva por los sectores conservadores. Quizás la figura más destacada sea Emmeline Pankhurst, cuyo personaje interpreta Meryl Streep en la película Las sufragistas.

Todos los logros democráticos que se conseguían en Europa a todos los niveles, en España iban con retraso. Exactamente, con 40 años de retraso, debido a la dictadura franquista. Tuvimos que esperar hasta 1978 para volver a recuperar todos los derechos que ya se habían conseguido.

Con la llegada de la democracia y la Constitución de 1978 a España, pudimos votar todos y todas. Antes no era posible para nadie. Un logro de la democracia, que jamás será tal plenamente sin la igualdad lógica de géneros. En ello estamos.

Gracias, feminismo.

Puedes viajar sola sin permiso ni compañía de padre, marido, carabina o chambelan

«Las hijas de familia mayores de edad, pero menores de veinticinco años, no podrán dejar la casa del padre o de la madre, en cuya compañía vivan, más que con licencia de los mismos, salvo cuando sea para contraer matrimonio o para ingresar en un Instituto aprobado por la Iglesia, o también el padre o la madre hayan contraído ulteriores nupcias».

Esto es lo que establecía el Código Civil hasta 1972, cuando se introdujo una reforma que permitió a las mujeres emanciparse y tener libertad de movimiento. La mayoría de edad estaba fijada para ambos sexos en 21 años, pero para las mujeres había toda clase de restricciones, como se lee en la disposición.

Gracias, feminismo.

Puedes divorciarte

Con el Gobierno de Adolfo Suárez, en 1981 se aprobó la Ley del divorcio, considerada una de las más progresistas de la época y que puso fin al sufrimiento de muchas familias y matrimonios desgraciados.

Hasta entonces, la mujer en la sociedad española no estaba bien considerada fuera del matrimonio o del convento. La mujer estaba destinada a ser propiedad del hombre. La educación, ultracatólica, estaba totalmente destinada a tal fin desde que las niñas eran pequeñas y, al llegar a edad de casarse, las directrices eran claras.

Una mujer debía ser sumisa, callada, dulce y abnegada. En palabras de Pilar Primo de Rivera:

«Tenemos que tener detrás de nosotros toda la fuerza y decisión del hombre para sentirnos más seguras, y a cambio de esto nosotras les ofreceremos la abnegación de nuestros servicios y el no ser nunca motivo de discordia».

«Sonrisa es benevolencia, dulzura, optimismo, bondad. Nada más desagradable que una mujer con la cara áspera, agria, malhumorada. El hombre puede tener aspecto severo. La mujer debe tener aspecto dulce, suave, amable, siempre dispuesta para él».

En esta «disposición para él» entraba todo, desde la disposición sexual —se tuvieran o no ganas— hasta la disposición total de los bienes de la esposa. Esos 40 años de franquismo moldearon una sociedad llena de mujeres dependientes y de hombres machistas.

Ana María Pérez del Campo, junto a otras mujeres de asociaciones feministas de la época, ayudó a redactar la Ley del divorcio, colaborando codo con codo y consensuando todos los puntos con el ministro de Justicia, Francisco Fernández Ordóñez.

La ley entró en vigor el 9 de agosto de 1981, y no es de extrañar que en septiembre llegara a los juzgados un aluvión de demandas, lo que exigió la contratación de nuevo personal.

Gracias, feminismo.

Puedes tener propiedades a tu nombre, abrir una cuenta de banco y pedir un préstamo

Al contraer matrimonio, la mujer perdía automáticamente todos sus derechos civiles y su «autoridad» como madre era inexistente. De hecho, hasta el año 1970 el padre podía dar en adopción a los hijos sin el consentimiento de la madre.

La autoridad marital es en el Derecho histórico y comparado un principio incuestionado de organización que atribuye al marido el poder sobre la persona y bienes de la mujer. Esta autoridad no se cuestionaba, porque además el sistema religioso nacionalcatólico perpetuaba este patrón patriarcal.

La Sección Femenina se encargó concienzudamente de crear mujeres a la medida del régimen y del hombre. En 1968 su revista decía:

«Cuando estéis casados, pondréis en vuestra tarjeta de identificación vuestro nombre y apellido de familia. Seguido de la partícula “de”, y después el apellido de familia de vuestro marido. En España, se dice Señora de Durán. Esta fórmula es muy agradable porque demuestra que pertenecemos a nuestro marido».

La Ley 14/1975 del 2 de mayo reformó radicalmente determinados artículos del Código Civil y del Código de Comercio sobre la situación jurídica de la mujer casada, y los derechos y deberes de los cónyuges. La mujer en España tuvo que esperar hasta ese año para poder hacer cosas como tener propiedades a su nombre, abrir una cuenta de banco o pedir un préstamo.

Este avance histórico en la emancipación de la mujer se lo debes al movimiento feminista. Mujeres que se rebelaron contra la licencia marital, la cual consideraba a la mujer un ser incapaz o menor de edad, y que era necesaria conseguir de tu marido para poder realizar actos y contratos. Es gracias al feminismo que hoy en día tú y yo podemos reservar en Airbnb, abrir una cuenta del banco, pedir un préstamo o comprar un billete de AVE sin necesitar el permiso de un hombre.

Gracias, feminismo.

Puedes denunciar si tu marido te pega, y es ilegal que tu marido te mate

Sí, como lo lees, hasta hace poco era legal que el marido matase a su mujer si ella cometía adulterio (al revés no funcionaba así, claro). De hecho, la «muerte por adulterio» en nuestro país fue un derecho de los hombres recogido en el Código Penal hasta 1963.

Los malos tratos siguen a la orden del día en la actualidad y, aunque la conciencia y sensibilidad de la sociedad se moldea y refina, la «violencia de género» aún nos presenta estadísticas que ponen los pelos de punta. Casos como el de «La Manada» destapan las deficiencias del sistema judicial y la ideología de extrema derecha que basa su auge en la violencia, el miedo y la nostalgia por tiempos pasados.

Y, ¿quiénes salen a la calle a luchar por una sociedad más justa y segura, donde no se denuncien cuatro violaciones oficiales diarias, donde no se nos mate por simplemente ser mujeres? Salen a la calle las que luego son llamadas feminazis, a las cuales les debes agradecer que, cada vez más, «no» signifique «no».

Gracias, feminismo.

Puedes vivir una vida sexual plena

Las formas de libertad sexual y sexualidad como la homosexualidad, la masturbación o las relaciones prematrimoniales eran consideradas aberraciones sexuales y perversiones del comportamiento. Hoy, gracias a la formación psicológica y sexual, se sabe que es justamente la represión sexual lo que genera «perversiones» (que no son ninguna de las prácticas que acabamos de enumerar). Por eso disfrutar de una sexualidad plena es tan sumamente importante para nuestra salud física y mental. Logros también del feminismo.

En cuanto a la sexualidad en el matrimonio, la doble moral sexual imperante en la época franquista permitía al hombre mantener relaciones sexuales extramatrimoniales, pero se las prohibía de forma tajante a la mujer (y ya vimos cuál era el castigo). Estas diferencias quedaban manifiestas en la enorme cantidad de crímenes «pasionales» que sucedían, algo que hoy llamamos violencia de género. La gran diferencia hoy día es la enorme concienciación con el tema, aunque desgraciadamente no en toda la sociedad.

No, no es normal que bajo la creencia de que las mujeres son propiedades del marido, este pudiese hacer uso de la mujer como si de un objeto se tratase. Las relaciones sexuales no consentidas, incluso dentro del matrimonio, eran consideradas lo normal, y también a las mujeres se las educaba para ello. Por no decir que el placer sexual se centraba únicamente en el del hombre. Hay generaciones enteras de mujeres que no conocen lo que es un orgasmo. Es una auténtica desgracia.

Sección Femenina se encargaba de la formación en este sentido. En la Guía de la buena esposa, manual que se entregaba en España a las mujeres que hacían el Servicio Social en la Sección Femenina, se leen puntos como estos:

«Si tu marido te pide prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes».

«Si sugiere la unión, accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que haya podido experimentar».

Hoy en día, y gracias a la conciencia feminista, las mujeres gozamos de libertad sexual, de no tener que ser objetos para la satisfacción sexual sólo del hombre, de no tener por qué fingir con un «pequeño gemido» sin obtener nada a cambio. Tenemos la libertad de amar tanto a personas del sexo contrario como del mismo sexo. La libertad de explorar nuestra bisexualidad, nuestra parte femenina y masculina. Tenemos la libertad de explorar. Tenemos la libertad.

Por el feminismo nos damos cuenta que lo que llaman «ser obediente y no quejarse» es en realidad ser víctima de una violación, sea dentro de la pareja o fuera de ella.

Gracias, feminismo.

***

Si además de todo esto puedes ejercer una profesión liberal, iniciar un negocio por tu cuenta, dar una opinión política o de corte intelectual y testificar en un juicio en tu propia defensa, ya sabes a quién dar las gracias. Si encima puedes usar pantalones o faldas cortas, si puedes participar en competiciones olímpicas y ser madre con quien, cuando y como quieras, que sepas que no es un regalo del cielo. No son derechos ganados en sobres de cromos o a la lotería, son logros conseguidos, a veces pagados con la propia vida, por mujeres valientes, decididas y conscientes que salieron a la calle para conseguir los derechos, no solo de ellas, sino también los tuyos y los míos.

Mil gracias, feminismo.

Nos vemos el 8 de marzo.