Viajar como forma de terapia

by Andre Bilder 3 Feb 2011
Acompáñame, experimentemos lo que es una terapia en la vida real.

Cinco meses en Asia: India, Tailandia, Laos, Camboya y Nepal. Psicoanálisis «on the road». Sintamos el vértigo en esta montaña rusa hacia la real quimera. Pero te advierto, nos transformaremos en dragones, vomitaremos fuego y cuando se nos caigan las escamas, volveremos a ser niños.

Finalmente te tendré que dejar. Lo siento, el vacío sólo lo puedes experimentar solo.

Indiangustia

Estoy solo, es de noche en un país lejano donde hablan un idioma extraño. Llevo pocas horas en Delhi, y me encuentro en medio de una intersección donde transitan carros, motos, rickshaws (moto taxis), burros, vacas, peatones y carretas, todos sobre la misma vía.

Y yo.

Solo y completamente perdido.

Veo al único hombre blanco, me aferro a su brazo y como cuando me perdí en Disney a los seis años, le suplico ayuda. Él, francés, diestro en temas de viaje y conocedor de la India, se ríe.

– Te hicieron el cuento.

– Sí – respondo.- Voy a Pahar Ganj, el del rickshaw me bajó acá. Dijo que no me podía llevar más lejos porque pasaba su jurisdicción.

– T’inquiete! ¡Siempre se la hacen a los novatos!

Primer día en la India, solo y estafado. El francés me acompaña a mi hotel, que quedaba a cuatro cuadras, y con un abrazo me desea suerte. Era el comienzo de mi viaje interior por el mundo exterior. Primera parada–Angustia.

Tailandialegría y Laosadía

Decido liberar mis sentidos, que han sido bombardeados en la India. Un vuelo de Thai Airways se convierte en el pasaje desde la angustia hacia la alegría.

En Bangkok me espera Lokó, mi excéntrico primo, quien vive al lado del camino, fumando el humo mientras todo pasa. Nos dirigimos a una playa perdida en el mar de Andaman, donde se realizará el World Rainbow Gathering, pomposo nombre para describir a un gran grupo de hippies haciendo de las suyas en la playa.

No estoy preparado para esto. Demasiada paz, demasiado amor. Quiero escapar, me armo de valor y cruzo a Laos. Alguien apretó ‘pause’ en este país recientemente abierto al mundo. Siento la adrenalina fluir a borbotones mientras observo el paisaje inmóvil.

Estoy en Laos, carajo.

¿Quién sabe donde está Laos? ¿Quién sabe que existe un país llamado Laos?

Nepalbedrío

Camino por los Himalayas con mi casa al hombro, veo la sonrisa de los lugareños, y me doy cuenta que mis problemas son insignificantes. Dejo de identificarme y de pensar que yo soy mis problemas y veo ante mis ojos el teatro de la vida.

En la cima del Kala Patthar, a 5,550 metros de altura, me convierto en un niño. Frustrado, chillo como si se fuera a acabar el mundo tan sólo porque se me rompió un juguete. Al viajar solo yo soy responsable por mí mismo. Mi mama judía, preocupada por si me puse bloqueador solar, está a 18,000 km de distancia, en Lima.

Camboyapertura

Viajo con mi mochila, camino el mundo solo, descubriendo(me). Es un viaje interminable en un bus destartalado. Recuerdo las horas esperando al tren en Bodgaya, las colas eternas con gente respirándome en la nuca, observo el verdor espectacular contrastado con la historia sangrienta de las épocas oscuras de Camboya.

«[Viajar] es como deshacerme de mis antiguas y sucias gafas que no me estaban dejando ver el mundo de manera clara.»

Lo recto se vuelve curvo; lo sólido, maleable. De viaje, en la espera eterna, enfrentado a situaciones extremas, fuera de mi zona de confort, cuestiono absolutamente todo lo que antes fue dogma. Es como deshacerme de mis antiguas y sucias gafas que no me dejaban ver el mundo de manera clara.

Vacío

El vacío sólo lo puedes experimentar solo.

Lágrimas de sangre brotan de las yemas de mis dedos y me elevan. Siento la ingravidez.

Acá termina el viaje.

He descubierto que soy el único que puede hacerme feliz. No lo escuché de un iluminado, lo viví en las entrañas. Ése es el regalo más valioso de este viaje. Con sólo lo más básico y los pies en la tierra, es más fácil ver con claridad.

Un vaso sólo es útil cuando está vacío.