Esta tradicional fiesta se celebra una vez al año, todas las noches del 14 de agosto, y acaba el 15 al amanecer.
La imagen de la Virgen de la Caridad llegó a Huamantla en el siglo XVII. Cuenta la historia que los frailes franciscanos acostumbraban regalar víveres, por lo que empezó a ser costumbre entre los pobladores decir “vamos a la caridad de Huamantla”. Por eso, la Virgen de la Asunción pasó a ser la Virgen de la Caridad.
Por la mañana, las calles principales se cierran para permitir que los vecinos coloquen adornos de techo a techo y engalanar así el paso por donde, durante la noche, se llevará a cabo la procesión de la virgen.
Alrededor de las siete de la noche las familias empiezan a trazar vistosos tapetes de aserrín, trazando el camino hacia la Iglesia de Nuestra Señora de Caridad. Estos efímeros tapetes tienen una extensión de siete kilómetros y van a engalanar al pueblo por solo unas horas.
Para hacer los tapetes, primero se coloca una base del tono principal y luego, con ayuda de bastidores, se les da forma a las figuras de acuerdo al diseño.
Los tapetes son rematados con una alfombra hecha totalmente a mano, con representaciones de la Virgen. Las alfombras son elaboradas por artistas locales quienes llevan años en el oficio.
Vivir la Noche que nadie duerme te permitirá admirar el trabajo de familias enteras que hacen su labor durante una noche que siempre termina con el color de los fuegos artificiales.
La procesión de siete kilómetros inicia alrededor de la medianoche, al paso de la reina y de los fieles que la acompañan. Entonces estalla la pirotecnia con los truenos y sus luces deslumbrantes, y comienzan los cantos y los rezos repletos de fe y de esperanza.
Esta celebración única hace de Huamantla un lugar de fama internacional.
Finalmente, para pasar la noche, te recomiendo unos deliciosos muéganos huamantlecos. ¡Qué disfrutes mucho de una de nuestras más bellas tradiciones! 