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Todo lo que tienes que saber sobre la zona arqueológica El Manatí, sitio ceremonial de los olmecas

by Ana Elba Alfani Cazarin 9 Aug 2019

El sitio arqueológico El Manatí se encuentra en el municipio de Hidalgotitlán (Veracruz) y es considerado por los expertos como un lugar sagrado de sacrificio de los olmecas, la cultura madre del México prehispánico. Se ubica a los pies del cerro del mismo nombre, a unos 15 km al sureste del centro olmeca de San Lorenzo Tenochtitlán.

Allí, en lo que fue el lecho de un antiguo arroyo abastecido por un manantial al pie del cerro, se localizaron ofrendas depositadas durante varios momentos a lo largo de 400 años (1200 a 1600 AC).

Los arqueólogos plantean que pudo haber sido elegido como lugar sagrado por la presencia de manantiales naturales, que suelen caracterizar a los sitios sagrados mesoamericanos. También porque hay una gran presencia de hematita, un pigmento rojo, que para los pueblos prehispánicos suele simbolizar la sangre.

El Manatí es considerado un domo salino, donde hay manantiales de agua salada y dulce. La teoría sobre las ofrendas encontradas ahí, sumergidas en el agua, es que eran parte de ceremonias rituales, en la que se entregaban a los dioses ofrendas masivas de esculturas de madera y pelotas de hule.

Las esculturas de madera son bustos de personajes con el inconfundible estilo artístico olmeca, tallados en madera de árboles de ceiba y jobo, que se encontraban muy bien preservadas, debido a las condiciones anaerobias al momento de ser enterradas y a la temperatura estable del agua, lo que impidió su descomposición.

Treinta y siete bustos tallados fueron recuperados, acompañados de hachas ceremoniales de jadeíta y cerámica, cuentas de roca ígnea verde arregladas de tal forma que hacen pensar en collares separados; bastones de madera esculpidos; cuchillos rituales de obsidiana. Los objetos fueron encontrados diligentemente ordenados, lo que indica su carácter de ofrenda o sacrificio sagrado.

También se encontraron entierros de niños, muy posiblemente neonatos, en distintas posturas. Se hallaron dos osamentas infantiles completas y huesos disgregados pero de niños también; su presencia en las ofrendas evidencian un sacrificio ritual.

Una de las piezas más representativas y bellas es un hacha de jadeíta a la que se conoce como El bebé, pues tiene el grabado de un niño llorando, al tiempo que se transforma en un jaguar, Esta pieza de 50 centímetros, data de 1200 a.C y fue hallada en 1996.

Formó parte, en 2010 de una exposición titulada Obras Colosales del mundo Olmeca, con 250 objetos de la que considera la cultura madre de las civilizaciones mesoamericanas.

La exposición fue montada con el apoyo del INAH en el Museo de Artes del Condado de Los Ángeles (LACMA, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos. Sobresalían objetos con una antigüedad de cerca de 4,000 años, como las cabezas colosales.

Ponciano Ortiz y Carmen Rodríguez, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Veracruz, son los encargados del proyecto Manatí. Ellos relacionan las ofrendas localizadas con ceremonias rituales, probablemente en honor al Señor o Dios de la Montaña, quien controlaba la lluvia, los relámpagos y truenos. Ponciano Ortiz señala que las ofrendas localizadas al pie del cerro fueron hechas para pedir lluvias.

Las investigaciones, hechas a partir de los elementos recuperados en excavaciones realizadas en seis temporadas de campo, indican la existencia de tres fases de ocupación olmeca en esa área, entre 1600 y 1200 a. C. De acuerdo con los investigadores, esto es relevante porque cada fase presenta características distintas en el uso del espacio y del material que se ofrendó, lo que habla de una constante evolución en los rituales e incluso en los juegos de pelota, ya que el tamaño de las pelotas cambia significativamente.

Del lodo se han recuperado artefactos de madera y pelotas de hule, las más antiguas de las halladas en cualquier otra parte de México. En 1989 se encontraron en el cerro El Manatí doce pelotas junto con hachas; su excelente estado de conservación llevó a los investigadores a descubrir que fueron hechas de dos tipos de látex: látex del árbol de hule (de nombre científico Castilla Elástica) y una especie de enredadera con flores llamada Ipomoea alba, que se cultiva en las regiones tropicales de México y que contiene látex con sulfuros.

Hace más de 3,500 años que los olmecas utilizaban un procedimiento similar al descubierto en 1939 por Charles Goodyear, conocido como vulcanización, para crear pelotas de hule de uso ceremonial. A pesar de que se encontraron en muy buen estado de conservación, su preservación ha sido difícil porque no se ha descubierto el proceso para evitar su degradación.

Especialistas franceses, en fechas recientes, revelaron que el jade de las hachas halladas proviene del Valle de Motagua (Guatemala), poniendo de manifiesto hasta dónde llegaban las relaciones comerciales de los olmecas.

Aunque la zona arqueológica no está abierta al público, debido a las particulares condiciones del lugar, la belleza y singularidad de muchas de las piezas pueden apreciarse en el Museo Regional Tuxteco, donde se exhiben muchos de los materiales recuperados de El Manatí.

Para saber más del sitio arqueológico El manatí, la Universidad Veracruzana realizó este vídeo que te recomiendo ver.