1. ¿Y para cuándo la boda?
Aunque tanto hombres como mujeres hemos sido sometidos a esta pregunta por parte de la tía chismosa de la familia, lo cierto es que para muchas viajeras, una de las mejores formas de permanecer segura en el extranjero es… ¡estar casada! O al menos aparentarlo.
Mi amiga Joanna tuvo que comprarse un anillo falso durante sus viajes por África para evitar las proposiciones indecorosas que le llovían por el camino. Fabiola, por su parte, fingió una propuesta de matrimonio en su hotel de Turquía para cesar con el acoso que sufría por los hombres de los alrededores. Es triste, pero las mujeres aún siguen siendo vistas como propiedad en ciertos lugares del mundo y la única forma de detener los avances de otros hombres es fingir que ya son propiedad de alguien más. Los chicos viajeros lo tienen más fácil en este rubro. Después de todo ¿cuándo fue la última vez alguien les ofreció veinte camellos a cambio de su mano en matrimonio?