1. Hospedarse en el centro
En muchas otras ciudades, hospedarse en el centro es un lujo que pocos pueden costear. En Guadalajara no es particularmente el caso. Aunque muchos hoteles y casas de huéspedes son más baratos que en otras zonas de la ciudad, lo cierto es que el centro histórico no es la mejor opción para pasar la noche. No es de las zonas más seguras de Guadalajara, especialmente a las tantas de la madrugada, y a los edificios les hace falta una buena manita de gato. Mejor busca alojamiento en alguna otra zona de la ciudad, la colonia Americana y los alrededores de la Minerva son muy buenas opciones. Pagarás un poco más, pero valdrá la pena, lo prometo.
2. Visitar el Museo de Cera
Guadalajara tiene una increíble oferta cultural para los amantes de los museos: el Museo de Arte de Zapopan, el Museo de Artes de la Universidad de Guadalajara y el Museo Regional de Guadalajara son solo algunos de los esenciales. Desafortunadamente, el Museo de Cera no es uno de ellos. “La Casa de Cera” sería un nombre más apropiado, porque sus figuras, más que parecerse a alguien, asustan. Tome sus setenta pesos del boleto, gástelos en dos tortas ahogadas y deme las gracias.