Photo: Jesus Cervantes/Shutterstock

10 problemas que sólo los tapatíos entendemos

Guadalajara
by Dann Castillo 27 Jun 2018

1. Cuando te agarra la lluvia en López Mateos

Manejar con lluvia en Guadalajara es horrible sin importar dónde estés, pero si te toca por la avenida López Mateos (especialmente a la altura de Plaza del Sol), ¡agárrate! A menos de que tengas un jeep o una lancha, tus posibilidades de cruzar un paso a desnivel son nulas. Pero no te preocupes, no serás el primer tapatío al que rescatan atrapado en el techo de su vehículo.

 

2. Cuando no te dan limón con tu comida

En el tejuino, en el menudo, en los tacos… A los tapatíos nos encanta ponerle limón a todo, incluso a las cosas que quizás no deberían llevarlo. Pero, ¿qué puedo decir? Simplemente hay algo que no está bien con una comida que no esté acompañada de este delicioso cítrico. Y no me hagan empezar con los limones sin jugo que ofrecen los taqueros, porque ahí sí nos encontramos con un delito capital.

 

3. La línea 3 del tren ligero que nomás no acaban

En serio, ¿alguna vez la van a terminar?

 

4. Tomar una glorieta

Sí, los tapatíos seremos guapos y tendremos ojazos, pero la verdad es que eso de ponernos al volante no se nos da del todo… ¡En especial cuando hay glorietas involucradas! No sé por qué insisten en hacerlas si es claro que no sabemos usarlas, pero aún no pierdo la esperanza y sueño con el día en el que aprendamos el truco.

 

5. Subirse al 380

No por nada le llamamos coloquialmente el “sexochenta”. Esta turística ruta tapatía no sólo consta de un recorrido por las partes emblemáticas de la ciudad, también viene incluida con repegones constantes y, si tienes suerte, hasta agarrón te toca. De verdad, las escuelas deberían de tomar esta ruta para ejemplificar claramente lo que significa la falta de consentimiento en las interacciones sociales.

 

6. Cuando el vendedor no le pone suficiente salsa a tu torta ahogada

Sí, sí pasa y es una de las peores afrentas que puede sufrir un tapatío.

 

7. Caer un bache

Y no cualquier bache, un cráter colosal de dimensiones estratosféricas que bien puede mandar tu carro a China (aunque normalmente lo manda más bien al taller). Guadalajara es una ciudad experta en disimular sus hoyos viales con las torrenciales lluvias que nos caen durante el año. Aunque muchas veces la calle parece intacta, es muy probable que termines sin transmisión.

 

8. La carretera Chapala-Guadalajara después de un puente

Más que carretera, sería mejor llamarle estacionamiento. Uno pensaría que los tapatíos tienen mejores cosas que hacer durante unos días de descanso que ir al mismo sitio al que todos hemos ido trescientas veces desde que éramos niños… pero no. Cada bendito puente, a la mitad de la ciudad se nos ocurre la misma idea y terminamos varados por horas durante el camino de regreso. Pero los charales quién nos los quita, ¿verdad?

 

9. La jericalla que no está doradita

Tapatío que se respete sabe que el mejor indicador de la jericalla es la capa quemadita de encima. Si el postre en cuestión no cumple con este requerimiento, es mejor darse por vencido y mejor comerse un flan o un pudín.

 

10. Cuando acabas por equivocación en la sección de santería de San Juan de Dios

¿Soy la única tapatía a la que le ha pasado? Estoy segura que debe de haber alguien más que se halla perdido entre los laberintos de San Johnny y haya terminado rodeado de efigies de la Santa Muerte en lugar de antojitos mexicanos. Aunque admiro la florida cultura mexicana, es difícil superar la impresión que causan pasillos y pasillos llenos de imágenes de calacas, velas, lectores de manos y limpias. Quizás sea lo más cerca que tenemos de Hogwarts en México, pero, sinceramente, yo paso.

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