Hace poco platicaba con un amigo de la República Checa sobre la posibilidad de venir a pasar sus próximas vacaciones en México. Mientras le compartía algunos tips para su viaje, me detuvo con una pregunta. ¿Qué cosas cotidianas de México pueden ser difíciles de entender para un europeo? Entonces me puse a recordar todas aquellas experiencias que han sacado de onda a mis amigos extranjeros durante sus recorridos por nuestro país. Esto fue lo que le conté a mi amigo…
1. Los cerillos empacando tus cosas en el súper
Una de las primeras cosas a las que intentaron acostumbrarse mis amigos foráneos fue a la presencia de los cerillos o empacadores en el súper. Algunas de sus experiencias fueron un tanto bochornosas ya que, al no estar acostumbrados a esta situación, muchos creen que se trata de un servicio más de la tienda y la propina brilla por su ausencia. Imagínense el enredo cuando uno no entiende lo que está pasando y el otro no entiende por qué no le agradecen con unas monedas.
2. ¿Seguimos con las propinas?
“México es probablemente el país en donde más propinas hemos pagado”. Esto fue lo que me comentó una pareja de amigos alemanes a quienes les parecía inconcebible tener que hacer un cálculo extra del dinero que tenían que llevar consigo a diario para ir repartiéndolo por todos lados. Y es que en México medio mundo espera propina, los franeleros, los de la gas, el mecánico, los meseros, el limpia parabrisas… También les parecía inconcebible que en los restaurantes se les sugiriera dejar un determinado porcentaje de propina, ya que en Europa esto es una cuestión totalmente voluntaria.
3. El uso indiscriminado de plástico
Algo que caracteriza a los ciudadanos de las naciones europeas más desarrolladas es su conciencia de protección al medio ambiente. Esto no solo se refleja en el reciclaje a nivel industrial sino en el que practican las personas en su día a día. Por eso, a muchos de mis amigos los sacaba de onda la cantidad desmedida de plástico que consumimos en México, sobre todo en cuanto a la sobreproducción y venta de botellas de agua.
4. El servicio en las gasolineras
Les puede sonar extraño, pero en la mayoría de los países la gente que va a la gasolinera está acostumbrada a despacharse por sí misma y después pagar dentro de la tienda que administra la estación de servicio. Al llegar a México, muchos no saben cómo reaccionar ante el exceso de atención que involucra una gasolinera mexicana. Si a esto le sumas la más que probable barrera del lenguaje, lo que debería ser una simple transacción se convierte en una experiencia abrumadora. Obviamente, la confusión aumenta cuando el despachador te avienta unos ojos de pistola porque, nuevamente, no dejaste propina.
5. La dinámica de las panderías
Tomas tus pinzas y charola, seleccionas tu pan, después te formas para que te lo empaqueten y enseguida pagas en la caja. Parece simple, pero la ausencia de la más mínima guía que explique este protocolo hace que la primera ida al pan sea más confusa que placentera. Esto es aún más confuso en las panaderías de los supermercados, donde he visto a varios extranjeros tomar el pan con las manos para llevarlo directamente a la caja.
6. La falta de información bilingüe para turistas
A muchos de mis conocidos extranjeros les parece inaudito que en una ciudad con gran potencial turístico como la Ciudad de México, no existan indicaciones en inglés para orientar a los turistas; sobre todo en el transporte público y en las principales zonas de interés para los visitantes. Aunque algunos hacen el esfuerzo por comunicarse en un español básico, a muchos más se les dificulta moverse en lugares donde no existe la mínima orientación en inglés. México es un país en el que es muy difícil viajar si no hablas o entiendes un poco de español. En mi propia experiencia, he podido moverme sin dificultad en ciudades como Praga o Berlín gracias a las indicaciones tanto en inglés como en el idioma local.
7. Los micros y el Metro con la gente agarrada a veinte uñas
Las escenas de micros atiborrados de almas que penden de un hilo también fueron tema recurrente de muchos de mis amigos extranjeros que tuvieron la oportunidad de visitar la Ciudad de México. Les parece increíble que arriesguemos la vida de tal manera en nuestro día a día y hasta sacan fotos para sustentar sus historias cuando regresan a casa.
8. Las colas en los bancos
Muchos se dieron cuenta que en México los bancos nos tienen bien agarrados del cuello por las largas filas que casi a diario se ven en las sucursales. Para muchos extranjeros —pero especialmente para los europeos—, hacer cola para ser atendidos en ventanilla es algo que no han experimentado antes. También les sorprende la paciencia de los mexicanos para esperar turno cuando ellos ya estaban desesperados después de estar más de cinco minutos formados. Y cuando les comenté de las comisiones bancarias que se cobran en México, ¡casi se les salen los ojos!
9. El tamaño de las farmacias
Muchos terminan refiriéndose a las farmacias mexicanas con supermercados de medicinas. Y la cantidad de gente haciendo fila para comprar medicamentos también es un tema común de asombro. Un vistazo inocente al mundo de las farmacias en México es suficiente para darse cuenta que la salud es uno de los negocios más jugosos en México.
10. La impuntualidad mexicana
Llego en un ratito, no me tardo, ahorita voy, dame quince… estas y otras expresiones son entendidas y asimiladas lentamente por muchos extranjeros viviendo en México como sinónimos de “voy a llegar tarde”. La impuntualidad mexicana es un mal con el que deben tanto extranjeros como locales acostumbrados a la puntualidad.
11. La basura de las playas
Muchas personas que vienen a visitar nuestro país lo hacen atraídos por sus bellezas naturales y les resulta insólito que no sepamos cuidar y apreciar lo que nos pertenece.