1. Contestar el teléfono diciendo aló.
¿Qué es eso de aló? En México me di cuenta que debía contestar el teléfono diciendo buenoooo (asimismo, alargando la “o” porque o sino no tiene el mismo efecto).
2. Pensar que los dulces se llaman así porque su sabor es dulce.
Me acuerdo que al salir de un restaurante me ofrecieron unos dulces (eran una especie de mentas), yo las acepté para quitarme el sabor salado de la comida pero no pude creer que los dulces eran… ¡picantes! Desde ahí siempre espero que alguien más los pruebe para que me diga qué sabor tienen.
3. Dar por hecho de que cuando alguien se refiere a tu casa es porque es TÚ casa.
¡Entender esto fue algo muy complicado! ¿Nos vemos en tu casa o en mi casa? ¿o nos vemos en tu casa que es mi casa? Creo que los mexicanos son las personas más amables que he conocido en mi vida pero en verdad deberían poder especificar mejor la casa de quién es, para no causar confusiones.