1. Te vuelves inmune a las demostraciones públicas de afecto. Y hasta participas en ellas por voluntad propia.
Antes solías mirar sobradoramente a aquellas parejas que estaban a los arrumacos en público. Desde que empezaste a salir con un chileno, tu parte de gringa fría se ha derretido y te has amoldado a las formas latinas de amar. Ya hasta te gustan los besitos esquimales y estás segura de que no hay vuelta atrás.