Mucho se ha hablado de la grandiosidad del imperio mexica, de sus tlatoanis, conquistas y dioses, pero casi no sabemos nada de la vida diaria en Tenochtitlán. Qué hacía al despertar, qué comía, cómo era su casa, en fin, todo aquello que marcaba el día de una persona común y corriente alejada del círculo gobernante. Gracias a investigaciones como la del etnólogo, Jacques Soustelle, podemos acercarnos a nuestros antepasados de una manera distinta, quizá más humana, para entender la realidad mexica sin el cascarón de los mitos nacionalistas que marcaron el siglo XX. Así que, sin más preámbulos, aquí van algunos datos interesantes que el mismo Soustelle nos revela sobre los personajes anónimos de la cultura mexica que también construyeron nuestra historia.
1. La casa
Tal como aún se ve en muchas comunidades rurales de México, los mexica que no residían en los palacios tenían casas hechas de adobe. Las más modestas de estas casas se levantaban con ramas y techos de hierbas secas. Un hogar promedio se componían de la cocina, una habitación para el descanso de toda la familia, un adoratorio al dios del fuego y un temazcalli o baño separado de la construcción principal.
En algunos casos, cuando la familia tenía la posibilidad de construir más habitaciones, éstas se reservaban para las mujeres. Generalmente cada casa poseía un pequeño embarcadero que se conectaba con la red de canales de la ciudad flotante.
2. Los muebles
Había muy pocas diferencias entre los muebles de una casa rica y una pobre. Tanto gobernantes como gobernados solían dormir sobre los petates o petlatl, de hecho, las casas casi no tenían muebles. Además de los petates, las familias usaban un petlacalli, un cesto tejido donde se guardaban los objetos de valor. Los bienes a veces se colocaban detrás de un muro falso; de cualquier manera, el robo era severamente castigado y por lo tanto la delincuencia era casi nula.
3. El amor por los jardines
Desde el tlatoani hasta el campesino más modesto, los antiguos mexicanos compartían el amor por las flores. Por lo general cada familia tenía su propio jardín donde cultivaban diversas variedades de flores y hortalizas. Además del jardín, solían tener espacios destinados a la crianza de animales como guajolotes, perros comestibles y en algunos casos, pericos, guacamayas e incluso abejas.
4. Levantarse y comenzar el día
La practicidad era uno de los sellos de la vida cotidiana. El mexica se levantaba muy temprano, prácticamente no ocupaba demasiado tiempo en estar listo para salir a trabajar en sus cultivos o comenzar las labores domésticas. La simplicidad de su vestimenta (en muchos casos un taparrabo) solo requería que calzara sus sandalias para empezar sus actividades.
5. El culto a la limpieza
Desde el tlatoani hasta el ciudadano ordinario, los mexica solían asearse y darse un baño dos o más veces al día. Prácticamente era obligatorio bañarse antes de ir a dormir. En lugar de usar jabón, los mexica recurrían al copalxocotl y a la raíz de la saponaria, bautizada por los españoles como “árbol del jabón”. Estos productos vegetales producían una espuma que servía para asear el cuerpo pero también como detergente natural para lavar la ropa.
Tal era la importancia que tenía el aseo personal en la cultura mexica que existían penitencias o sacrificios que implicaban no bañarse por algunos días.
6. Los cortes de cabello y la barba
Los mexica no se caracterizaban por tener una barba abundante como los europeos. Por eso no era una urgencia cortarla periódicamente, incluso era vista como un símbolo de sabiduría. El corte de cabello era diferente de acuerdo a la clase social a la que se pertenecía. Los sacerdotes se rasuraban parte de la frente y a los lados de la cabeza, dejando un mechón en la parte superior, mientras que el hombre común solo mantenía recortado el fleco sobre la frente, mientras el resto del cabello permanecía largo.
7. Los cosméticos femeninos
La vanidad no estaba ausente en la sociedad mexica. Las mujeres utilizaban cremas y perfumes para su embellecimiento. Se maquillaban frente a espejos hechos de obsidiana o pirita pulida y también era común utilizar el tecozauitl de tierra amarilla, que funcionaba como polvo de maquillaje.
El cabello era acomodado en dos chongos y algunas mujeres, sobre todo las cortesanas, llegaban a pintarse los dientes de negro o rojo oscuro imitando lo que hacían las mujeres otomís, aunque en general, los mexicas lo consideraban como costumbre de un pueblo bárbaro.
Las mujeres mexicas preferían la sobriedad respecto al maquillaje excesivo, el cual era visto de mal gusto. Las prácticas mejor inculcadas incluían la limpieza a cualquier hora del día, el aseo de la boca y la cara por las mañanas, además de la limpieza del vestido y el baño diario.
8. La vestimenta y los adornos
En la ciudad, las mujeres solían utilizar blusas para cubrir su torso, aunque en zonas rurales algunas lo mantenían desnudo. También vestían faldas que llegaban a las pantorrillas mientras que los hombres usaban taparrabos y mantas de color blanco. En las fechas especiales, tanto hombres como mujeres ocupaban atuendos más elaborados con decoraciones especiales.
A medida que se ascendía socialmente los hombres y mujeres dejaban de andar descalzos para usar sandalias. El uso de joyas elaboradas con oro, turquesa, plumas preciosas y otros materiales, estaba reservado para aquellos que tuvieran los rangos y méritos necesarios, como guerreros, sacerdotes o gobernantes. Quien se atreviera a hacer uso de joyas exclusivas sin tener derecho a ello era castigado con la pena capital.
9. La enseñanza de humildad de los nobles a sus hijos
A pesar de su situación acomodada, los nobles inculcaban a sus hijos instruirse en oficios como la agricultura, pues para ellos, ser parte de la nobleza no significaba ser inútil o vivir a expensas del pueblo toda la vida. Procuraban que sus hijos pudieran valerse por sí mismos en cualquier situación de necesidad y les mostraban que el trabajo es sinónimo de dignidad.
Para un ciudadano ordinario no estaba negado llegar a los círculos de poder, cualquier joven podía destacar como guerrero y ser ascendido socialmente.
10. El castigo a la corrupción
La cotidianidad de los mexicas estaba regulada por leyes que castigaban severamente los actos de corrupción. Por ejemplo, los policías encargados de aplicar las sentencias de los tribunales eran castigados con la pena de muerte en caso de aceptar sobornos.
Los encargados de administrar las finanzas y los tributos también eran sometidos a la pena capital si incurrían en malversación de fondos. La misma suerte corrían los sacerdotes ebrios o lujuriosos y los jueces que fueran descubiertos dictando una sentencia injusta.
El ciudadano ordinario podía confiar en el cumplimiento estricto de las leyes y sabía que estaba protegido por ellas mientras las obedeciera, independientemente de su clase social.
11. La comida diaria
A diferencia de nuestras costumbres alimentarias, los mexica no tomaban alimento al despertar. Su desayuno era después de algunas horas de trabajo, cerca de las diez de la mañana y solo tomaban atolli o atole endulzado con miel o condimentada con chile.
El almuerzo era tomado al mediodía y para el mexica común casi siempre consistía en tortillas, salsa de chile y tomate, frijoles y ocasionalmente tamales. Rara vez se consumía carne y se bebía agua simple. Se comía en cuclillas y se tomaba una pequeña siesta después del almuerzo. La cena se limitaba a un atole de amaranto o chía.
Las cuatro plantas alimenticias más valoradas por los mexicas eran el maíz, el amaranto, el frijol y la chía.
12. Los juegos y las apuestas
Los mexicas eran grandes aficionados al juego y las apuestas. La clase gobernante tenía predilección por el juego de pelota, en el cual los gobernantes apostaban desde propiedades hasta su misma esclavitud. Por otra parte, los ciudadanos de las clases bajas jugaban patolli, con bases y reglas similares al juego de la oca.
13. El reloj mexica
Las culturas prehispánicas carecían de relojes solares como los europeos, pero eran expertos en leer el movimiento de los astros, lo cual les permitía medir el tiempo a su manera. El día era dividido en nueve secciones marcadas por el sonido de caracoles y tambores provenientes de los templos. Aunque esto tenía una connotación religiosa, también orientaba a los mexicas para organizar su vida diaria.
14. El alcoholismo
Podría decirse que la sociedad mexica era abstemia, pues sabía muy bien los riesgos que conllevaba el alcoholismo para la población. Los únicos autorizados para beber pulque eran los ancianos y solo se les permitía emborracharse en ocasiones especiales. A los jóvenes les estaba prohibido alcoholizarse. Aquellos a quienes se sorprendía ebrios, se les ridiculizaba en público, se les azotaba y en casos extremos, se les ejecutaba.
¿Qué te parece el estilo de vida de los mexica? ¿Te habría gustado vivir dentro de esta sociedad?
Fuentes:
Soustelle, J. 1970. La vida de los aztecas en vísperas de la conquista. México, FCE.
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