La cueva de Salamanca
Desde la Edad Media corre el rumor de que tradicionalmente un grupo de estudiantes se reunía para recibir una clase que no figuraba en el programa: brujería. Se decía que aprendían magia negra y ciencias oscuras y que el maestro era nada menos que el mismísimo Diablo. La cita era en una cueva que hasta hoy permanece cerrada por real decreto para evitar estas reuniones clandestinas. La cueva está ubicada en la cripta de lo que ahora son las ruinas de la Iglesia de San Cebrián, que sí pueden visitarse (desde la torre de Villena se puede disfrutar de una vista panorámica de la ciudad). Esta leyenda figura en muchas historias de la literatura española. Una de ellas afirma que como condición para graduarse, uno de los alumnos, elegido por sorteo, debía quedarse para siempre junto al Diablo. Cuentan que esto es lo que le ocurrió al célebre español don Enrique de Villena que dio nombre a la torre, salvo que él fue más listo que el Diablo y logró escapar, dejando su propia sombra en su lugar. Entre otros autores, Cervantes se burla de este supuesto mito en su entremés La cueva de Salamanca.