Si tu concepción de aventura es inseparable de una mochila en la espalda con la mitad de tu vida dentro, seguramente te identificarás con algunas de estas ilustraciones. ¿Qué otros problemas has tenido en tus viajes de mochilero?

Todas las ilustraciones son propiedad de la autora. 

 

1

El exceso de equipaje

Quizás sean todos los souvenirs que has ido acumulando en el camino, o tal vez sólo sean esas botas gigantes para hacer senderismo, lo cierto es que en algún punto del viaje, tu mochila pesará la cantidad justa para que te sientas a punto de la lesión de columna. Si necesitas que tus compañeros de viaje te ayuden en el proceso de carga y descarga… ¡Estás cargando demasiado!

2

La barrera del lenguaje

Que a veces ocurre incluso cuando dos personas hablan el mismo idioma. La comunicación entre viajeros de diferentes regiones siempre puede causar situaciones cómicas, complicadas y hasta vergonzosas. ¿Quién se hubiera imaginado que el español podría llegar a ser tan complicado?

3

Perderse en el camino

Ya sea que tengas un mapa tradicional o una app en tu celular, es regla que en algún punto del viaje no tendrás idea de dónde te encuentras. Lo mejor en estos casos es relajarte y disfrutar la experiencia. Aprovecha para hablar con un par de locales y deja que tus planes se reacomoden. A veces, los momentos más memorables de tu viaje los encuentras cuando dejas de preocuparte por tu itinerario.

4

La falta de presupuesto

Siempre llega ese momento en el que tienes que decidir entre shots en el bar o una noche de hostal con desayuno. ¿Quién dijo que la vida de un mochilero era fácil?

5

Las camas de hostal

Es mejor no preguntar sobre la calidad del colchón y mis condolencias si acaso te llega a tocar la litera de arriba. Nada dice “mochilero” como pasar la noche en la bolsa de dormir, aún sobre el colchón. Por cierto, las chinches de cama no son un mito y son más comunes de lo que crees. Por nada.

6

La aduana

¿Alguien más comienza a temblar en la fila de la inspección de pasaportes? No importa si vas un par de días a acampar en un lago canadiense o a visitar a un amigo en Londres, los agentes aduanales siempre te mirarán como si estuvieras transportando drogas en los espacios más recónditos de tu cuerpo, especialmente si esta no es tu primera parada en el viaje y tu look ha visto días menos estrafalarios.