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7 sitios históricos que han sido reclamados por la naturaleza

by Phil Norris 11 Feb 2020

La humanidad siempre ha intentado imponerse ante la naturaleza. Nos hemos abierto paso a través de las junglas más densas, dinamitado montañas y he incluso construido estructuras sobre el agua. Pero no siempre nos podemos salir con la nuestra. A veces, la naturaleza le gana terreno a la humanidad, devorando pueblos, construcciones sagradas y hasta palacios. Este es el caso del palacio de Kem Une en Irak, una construcción de más de tres mil años de antigüedad que se encontraba bajo las aguas del lago Mosul y que emergió recientemente después de una gran sequía. A continuación te presentamos siete ejemplos de grandes construcciones en sitios reclamados por la naturaleza.

1. Sigiriya, la antigua Fortaleza de los Leones en Sri Lanka

Aerial view from above of Sigiriya

Photo: maloff/Shutterstock

A menos de cien kilómetros de la antigua capital real de Kandy se encuentra la ciudadela de Sigiriya. Esta antigua fortaleza descansa en la cima de una enorme peña de granito que se levanta doscientos metros por encima de la jungla. Su nombre significa “Roca del León” y hace referencia a las enormes garras de piedra que resguardan la entrada a la fortaleza. 

Sigiriya fue construida hace 2500 años y por un tiempo fue la capital del reino sinhalese. Cuando la dinastía sinhalese colapsó debido a conflictos internos e invasiones desde India, los centros administrativos del reino fueron abandonados. Cuando la capital cayó en desuso, la jungla comenzó a retomar el espacio y la ubicación de la fortaleza quedó en el olvido para todos, salvo para los habitantes de los pueblos más cercanos. 

No fue sino hasta la llegada del Imperio Británico que Sigiriya volvió a figurar. George Turnour, un civil al servicio de los británicos y un apasionado historiador, comenzó a estudiar la Culavamsa —una antigua crónica que cuenta la historia del rey Kashyapa, quien ordenó la construcción de la mítica ciudadela. Turnour compartió la historia con un oficial escocés llamado Jonathan Forbes, quien se comprometió a dar con el paradero de Sigiriya. En 1831, Forbes lideró la primera de dos expediciones hasta la roca, pero fue incapaz de escalar sus paredes y comprobar que en realidad se trataba de la Fortaleza de los Leones. Pasaron otros veinte años hasta que un grupo de montañistas británicos llegaron a la cima y redescubrieron esta maravilla del mundo antiguo. Sigiriya ha sido declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y es uno de los atractivos turísticos más populares de Sri Lanka.

 

2. Thamugadi, el enclave militar romano enterrado bajo el Sahara

Timgad

Photo: Anton_Ivanov/Shutterstock

También conocido como Timgad, Thamugadi fue una ciudad y asentamiento militar romano que floreció durante los años de gloria del imperio. Fue fundada en el año 100 de nuestra era por el emperador Trajano y se localizaba cerca de las montañas Aurés, en el territorio actualmente ocupado por Algeria. Su prosperidad estuvo relacionada con su ruina, ya que era víctima frecuente de ataques por parte de saqueadores y fue abandonada alrededor del año 700, después de múltiples invasiones. El abandono dejó a la ciudad a merced del Sahara, que se encargó de enterrarla por completo debajo de sus arenas. 

Thamugadi permaneció oculta hasta 1765, año en el que el explorador escocés James Bruce y el artista florentino Luigi Balugani dieron con el asentamiento por accidente. Los dos aventureros se dieron cuenta de que se trataba de la mítica ciudad fundada por Trajano y se dieron a la tarea de desenterrar sus secretos, encontrando esculturas, anfiteatros y hasta un arco del triunfo. Sus narraciones fueron tomadas con desconfianza por los europeos y pasaría otro siglo antes de que el cónsul británico Robert Lambert Playfair visitara el área nuevamente. Los franceses tomaron control de la región en 1881 y desenterraron buena parte de la ciudad. Hasta el día de hoy, Thamugadi es una de las ciudades romanas que aún no han sido exploradas en su totalidad.

 

3. Los antiguos templos de Angkor cerca de Siem Reap, Camboya

reclamados por la naturaleza

Photo: TurneroundDesigns/Shutterstock

Angkor, el centro del antiguo imperio khmer, es un complejo de 400 kilómetros cuadrados en el que se encuentran más de 70 templos en ruinas. Una vez que admiras la grandeza de Angkor Wat —la estructura religiosa más grande jamás construida— resulta inconcebible como estas monumentales estructuras quedaron en el olvido para el resto del mundo, pero eso es exactamente lo que sucedió. En el siglo XV, momento en el que el imperio khmer decayó, el sitio fue abandonado y la naturaleza lo recuperó. 

Angkor nunca estuvo perdido del todo, pero no fue sino hasta la visita del explorador francés Henri Mouhot a mediados del siglo XIX que este lugar llamó la atención del mundo más allá de Camboya. Muchas estructuras —Angkor Wat y el templo laberíntico de Bayon— han sido restauradas y recuperadas de manos de la naturaleza, pero otras, como el templo de Ta Prohm, aún se mantienen rodeadas por la espesa vegetación de la selva camboyana. Enormes higueras envuelven las columnas, los arcos y las torres de muchos templos y removerlas podría hacer que las estructuras colapsen. La mágica combinación de estructuras hechas por el hombre y elementos naturales han convertido a Angkor en el atractivo turístico más reconocido y visitado de Camboya. 

 

4. El dolmen de Guadalperal, el Stonehenge de España

El dolmen de Guadalperal consiste en una serie de monumentos megalíticos con hasta 7000 años de antigüedad que se levantan cerca de la ciudad española de Cáceres. Se cree que este lugar fue utilizado como templo o cementerio y en su momento consistió de una serie de piedras en orientación vertical —conocidas como menhirs— cubiertas por otras rocas en posición horizontal, que en conjunto forman una especie de tumba o dolmen.

Cuarenta años después de su descubrimiento, la construcción de una presa —parte de un enorme proyecto de ingeniería civil promovido por el dictador Francisco Franco— dejó el dolmen bajo el agua. Sin embargo, la antigua estructura se resiste a quedar en el olvido. En el verano de 2019, una enorme sequía puso al descubierto el dolmen en el que aún se mantienen 140 estructuras de granito; algunas se mantienen de pie, mientras que otras reposan sobre alguno de sus lados. Hasta el momento, el destino de este sitio permanece en la incertidumbre. El Ministerio de Cultura de España tiene un plan para recolocar las piedras en un nuevo sitio antes de que las aguas de la presa de Valdecañas las hagan desaparecer nuevamente.

 

5. Kolmanskop, la ciudad de los diamantes bajo el desierto de Namibia

reclamados por la naturaleza

Photo: Kanuman/Shutterstock

La historia de Kolmanskop es de un rápido crecimiento seguido por un súbito abandono. En 1908, un trabajador del tren descubrió una serie de piedras muy peculiares mientras paleaba arena para despejar las vías en una de las partes más agrestes del desierto de Namibia. Las piedras resultaron ser diamantes y para 1912 una ciudad se había instalado en el lugar del descubrimiento. Ese mismo año, Kolmanskop y las áreas aledañas fueron responsables de desenterrar millones de diamantes, más de un décimo de la producción mundial de estas piedras preciosas. 

Las condiciones inhóspitas del desierto —que recibe menos de dos centímetros de agua de lluvia cada año— no detuvieron a los mineros. Una carnicería, una panadería, una oficina postal, una fábrica de hielo, una sala de conciertos y hasta un salón de boliche fueron construidos para alimentar y entretener a los trabajadores. Pero la prosperidad no duró y en unos años los depósitos de diamantes decayeron. La suerte de la ciudad quedó sellada en 1928 cuando se descubrió el yacimiento de diamantes más importante de todos los tiempos a solo 250 kilómetros al sur de Kolmanskop, en el banco del río Orange. Las últimas familias abandonaron la ciudad en 1956 y las arenas del desierto recuperaron el lugar. Hoy, las ruinas surreales de este pueblo fantasma pueden ser exploradas por cualquier turista dispuesto a hacer la extenuante caminata para llegar al suroeste de Namibia.

 

6. El Valle dei Mulini, los molinos italianos del siglo XIII

Valley of Mills

Photo: Crazy nook/Shutterstock

En el fondo de un cañón en la ciudad italiana de Sorrento, treinta minutos al sur de Nápoles, se encuentran las ruinas de una maravilla de la ingeniería medieval. Estos edificios fueron construidos en el siglo XIII y alguna vez albergaron molinos de harina, aserraderos y una lavandería. Estas construcciones se levantaron en una enorme fisura dejada por una erupción volcánica que data de hace más de 35 mil años.  

El Valle de los Molinos fue el semillero industrial de la región durante siglos, pero se volvió obsoleto una vez que las fábricas de pasta de la localidad pusieron a trabajar sus propios molinos. Los edificios del valle fueron abandonados por completo en 1940 y la naturaleza no tardó en retomarlos. Gracias a las condiciones de humedad generadas por el cañón, plantas de naturaleza exuberante comenzaron a crecer alrededor de la piedra de los edificios en pocos años, creando una ciudad fantasma en el corazón de Sorrento.

 

7. San Juan Parangaricutiro, un pueblo mexicano enterrado en lava

reclamados por la naturaleza

Photo: stacyarturogi/Shutterstock

El volcán Paricutín surgió de la tierra —en un sitio ocupado hasta ese momento por un campo de maíz— en enero de 1943. La erupción que le siguió se extendió por nueve años y cuando paró, el pueblo de San Juan Parangaricutiro había sido borrado del mapa, enterrado bajo las densas capas de lava del volcán. 

La iglesia de San Juan Parangaricutiro es el único símbolo que permanece donde alguna vez se levantó este pequeño pueblo del estado de Michoacán. El flujo de lava cubrió los primeros diez metros de la iglesia, pero el resto —incluyendo el impresionante campanario— se mantienen intactos. No sorprende que los restos de esta iglesia se hayan convertido en uno de los atractivos turísticos más importantes de la región y en una de las fuentes de ingresos más importantes para el pueblo de Nuevo San Juan Parangaricutiro, que fue construido por los habitantes del asentamiento original al momento de la erupción.