8 grandes lujos que sólo te puedes dar en Jalisco
1. Echarte un caballito de tequila en… bueno, Tequila
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Puede que haya tequila en todo el país —y en todo el mundo—, pero les aseguro que no hay nada mejor que tomarte un trago derecho de este delicioso destilado mientras contemplas el paisaje agavero. Si el día es muy cálido, también puedes probar los refrescantes cantaritos y pasearte por el encantador Pueblo Mágico que le da el nombre a este destilado de fama internacional. No importa si llegas en tren, en camión o en carro, ésta es una experiencia que sólo puedes vivir en Jalisco.
2. Contemplar los ojazos de la gente
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Los ojos tapatíos son tan famosos que hasta les hicieron una canción. ¿Qué se le va a hacer? Los jalisquillos tenemos fama de guapos, así que por qué no aprovechar la visita para echarte un (respetuoso) taco de ojo y comprobar si este estado en verdad esconde miradas que matan y dolientes pupilas.
3. Deleitarte con los grandes murales de José Clemente Orozco
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Lo cierto es que la capital del país se lleva gran parte de la atención en lo que a arte se refiere. Y no es para menos. En la Ciudad de México se encuentran muchos museos reconocidos internacionalmente. Sin embargo, la Perla Tapatía también tiene sus encantos artísticos y uno de los más notorios corresponde al trabajo muralístico de José Clemente Orozco. Sólo en Jalisco puedes admirar El Hombre en Llamas, la obra más conocida del artista, que se encuentra adornando la cúpula del no menos impactante Hospicio Cabañas. Nomás tengan cuidado con la tortícolis.
4. Curarte la cruda con una torta ahogada
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Aunque los chilaquiles y el clamato nunca decepcionan, lo cierto es que no hay mejor remedio contra los estragos de una noche de fiesta que la inigualable torta ahogada. Lo sentimos resto de México, esta delicia es exclusiva de nuestras tierras y aunque sabe exquisita a todas horas, siempre se aprecia más cuando intentamos revivir después de una de esas noches.
5. Contemplar a los fabricantes de vidrio en Tonalá
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Jalisco es mucho más que sólo Guadalajara y una gran prueba de esto es Tonalá. Además de su tianguis de los domingos y sus múltiples artesanías, una de las principales atracciones son sus fábricas de vidrio. Muchos de estos lugares permiten que los visitantes admiren la elaboración de sus piezas. Es un proceso muy interesante, aunque a veces se rompa algo a la hora de la demostración.
6. Degustar los quesos de Ocotlán
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Aún no comprendo cómo los quesos mexicanos no son mundialmente famosos. Hay pocos placeres más grandes que pasearte por un tianguis y encontrarte con ese puesto de quesos en el que te dan a probar todo su repertorio. Queso de mesa, adobera, panela… Tú elige cómo prefieres engordarte a ti mismo con estas delicias jaliscienses.
7. Comerte una nieve y unos charales en Chapala
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México tiene muchas opciones gastronómicas para ayudarte a encoger los pantalones, pero sólo los tapatíos conocen el verdadero placer de disfrutar de un fin de semana largo en Chapala con una inigualable nieve de garrafa y un plato de charales con limón y chile. La combinación puede sonar desafortunada, pero no te preocupes, no la tienes que mezclar si no quieres. También puedes aprovechar la vuelta y comerte unos dulces típicos, nada más me cuentas cuánto tiempo te tardas en despegar los dientes después.
8. Pasear en una calandria eléctrica
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La verdad es que estaba completamente en contra de las calandrias con caballos, en particular de las que venían con plumeros rosas usados. Pero ahora, con la novedad de las calandrias eléctricas es posible disfrutar de un romántico paseo por el centro sin comprometer el bienestar de los animales. ¿Cursi? Sí. ¿Ligeramente ridículo? Quizás. Pero no está mal sucumbir ante los placeres culposos de vez en cuando.