Un telo, de afuera, no parece un hotel.
Las ventanas tienen vidrios espejados y están siempre cerradas, la entrada se encuentra disimulada entre arbustos y los nombres son sugerentes (Discret, Tabú, Kiss Me, Eros, Hedonism, Punto G, Venus, L’Amour). El estacionamiento también es de perfil bajo y siempre hay luces de colores. Los argentinos aprendemos desde nuestra temprana pubertad a reconocer un telo y a desear visitarlo.