Photo: Dmytro Kapitonenko/Shutterstock

9 cosas que tenés que saber sobre los telos argentinos

Argentina
by Mariana Molinero 14 Jul 2014

Un telo, de afuera, no parece un hotel.

Las ventanas tienen vidrios espejados y están siempre cerradas, la entrada se encuentra disimulada entre arbustos y los nombres son sugerentes (Discret, Tabú, Kiss Me, Eros, Hedonism, Punto G, Venus, L’Amour). El estacionamiento también es de perfil bajo y siempre hay luces de colores. Los argentinos aprendemos desde nuestra temprana pubertad a reconocer un telo y a desear visitarlo.

 

Pero adentro ¡es un parque de diversiones!

O un salón de clase, un ring de boxeo, una isla, una oficina, o una cámara de una pirámide egipcia, si se elige alguna habitación temática. Estos tipos de ambientaciones concretan las fantasías más comunes. Tienen nombres como Kamasutra, Stripper, Tanguera o Tropical. Hay habitaciones con camas redondas, colchones de agua iluminados, sillones eróticos, etc. Además de la omnipresente luz roja y de los complicados paneles de efectos lumínicos y musicales. El aire está siempre muy perfumado y hay televisores transmitiendo películas porno en todas las habitaciones. Este vídeo  (apto para todo público) se rodó en un telo, pasen y vean:

 

Las paredes y los techos están cubiertos de espejos.

Y los baños tienen puertas transparentes. Para mirarte mejor…

 

El telo no es solo para dos.

A pesar de que no hay aún una ley que ampare este cambio, en algunos telos se permite la entrada a parejas del mismo sexo, o a más de dos personas por habitación. Uno de los telos que incluye esta posibilidad es el hotel Bahía Del Sol que permite tanto parejas del mismo sexo como habitaciones para hasta cuatro personas.

 

Se paga por el tiempo que necesites.

Que puede ser un turno (de una a cuatro horas) o la noche entera (pernocte) si están inspirados. En casi todos los casos el pernocte incluye desayuno, y, según el día, se inicia a la medianoche (los días de semana) o casi al amanecer (los sábados, el día de mayor demanda). En cuanto a los precios, hay mucha variedad de acuerdo a la hora y al día de la semana. Aquí hay una especie de base de datos de telos, con precios y promociones.

 

“Me metí al baño para olerme los sobacos. No me di cuenta de que la puerta era de vidrio hasta que miré el espejo y la vi mirándome. Desde el otro lado”.

La página de Facebook Me Pasó En Un Telo  tiene 392 mil seguidores y se dedica(ba) a compartir experiencias de gente en un telo. Es una forma genial de entender el humor argentino también. Algunos ejemplos de los más livianos:

“El pibe sufría síndrome de Speedy González: chiquito y veloz”.

“Terminamos. Nos aburrimos. Inflamos un preservativo y jugamos al volley”.

“Éramos dos rockeros de trampa con sentimiento de culpa. Cuando entramos a la habitación sonaba Ricardo Montaner. Irremable”.

“A veces mi ex novio para no acabar recitaba la formación de Huracán”.


 

El telo es un símbolo de resistencia frente al avance de la vigilancia sobre la vida personal.

En el telo se vive el anonimato más perfecto: Se avisa del fin del turno por teléfono, se cobra a través de una ventana espejada y se recibe la comida y la bebida a través de cajones de intercambio instalados en la puerta de entrada a la habitación.

 

A veces, hay que planificar la visita al telo con anticipación.

O les va tocar esperar en una sala, junto a un número de parejas que, como ustedes, miran al vacío con cara de circunstancia. Ni hablar si estás de trampa o si te encontrás con alguien conocido. A la mayoría de los telos de la ciudad de Buenos Aires se puede acceder en auto o a pie, pero en el conurbano el uso del coche es, en muchos casos, obligatorio. Los fines de semana es casi imposible conseguir una habitación. Muchos telos tienen su propia página Web, y algunos ( como el hotel Dallas) aceptan reservas online.  También se puede obtener una Tarjeta Erógena, de descuentos y promociones. Si te olvidaste, no te preocupes, es obligatorio por ley que en cada habitación haya preservativos, o máquinas expendedoras en los pasillos.

 

¡Vayan hoy a un telo, porque mañana se acaba del mundo!

Bueno, no es para tanto, pero sí es cierto que, en los últimos años, han cambiado las reglas del juego, especialmente gracias al ajuste económico y a que muchos jóvenes (con el aval de sus padres), eligen la casa familiar para tener relaciones sexuales.El telo tiene una historia con final abierto y se adapta a vaivenes económicos, cambios morales, revoluciones tecnológicas y estéticas. El telo es, para algunos, un lugar práctico y cómodo y, para otros, es un lugar inconcebible.Hablando de cosas “inconcebibles”… ¿Quién sabe cuántos de nosotros habremos sido concebidos en un telo?