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9 costumbres valencianas que el resto del mundo debería adoptar

by Vicent Marco 9 Oct 2017

El almuerzo

Llegar a un bar y que automáticamente te sirvan un plato de cacaus, olivas y tramusos, o algún encurtido mientras te hacen el bocata, no tiene precio. Nuestra cultura del almuerzo implica parar a media mañana una hora cada día para comer de caliente, normalmente algún bocata. Nada de café con leche y bollería o unas tostadas con zumo: el almuerzo en la Comunitat Valenciana implica como mínimo medio bocata de tortilla, embutido o atún con olivas, y siempre a un precio fijo.

A la fresca

Salir después de cenar a charlar con los vecinos a la puerta de la calle es lo que hacen cada año de mayo a octubre miles de valencianos en sus pueblos. Invaden con unas sillas y a veces una mesita las aceras, las plazas o las calzadas, y se ponen a “razonar” a la fresca. A veces incluso se hacen algunas cenas de sobaquillo u organizan unas partidas de dominó, siempre en la calle, siempre a la fresca.

La paella dominical

Es una costumbre que se está expandiendo ya por gran parte de España y que conquistará el mundo. Porque pocas cosas hay mejores que compartir un domingo con los tuyos, en torno a una paella acabadita de hacer. Si es auténtica valenciana, a leña y os la coméis directamente de la paella, esta tradición sin la que muchos valencianos no podemos pasar alcanza dimensiones estratosféricas.

Las tracas

Tracas, castillos de fuegos artificiales, procesiones del fuego, cordàs, nuestra cultura pirotécnica llena cielos y calles de fuego y color. Raro es mirar por la ventana una noche de verano y no encontrar a lo lejos alguna carcasa que ilumina el cielo. Además no hay celebración que no lleve su traca incorporada, porque con pólvora festiva se celebra todo mejor.

La picaeta

Cada vez que hay una inauguración, un evento, una celebración, se ofrece una picaeta. Cuando vienen algunos vecinos a ver el traje de la novia o el de la primera comunión, se ofrece una picaeta. A la menor ocasión sacamos jamón, queso, coca de atún o cebolla, papas, cacahuetes y tenemos montada una picaeta. Porque los valencianos somos de celebrar las cosas con comida, así que nuestras picaetas nos acompaña en cualquier momento que implique acumulación de gente.

La mocaorà

En vez de los típicos corazones de San Valentín, los valencianos celebramos el amor el día 9 de octubre, San Dionisio. La tradición agrícola de esta tierra propiciaba que los hombres les regalaran a las mujeres productos de la huerta envueltos en una tela. La tradición ha evolucionado y se regalan mazapanes con forma de frutas y verduras dentro de algún colorido pañuelo. Un dulce regalo para celebrar el amor sin tantos corazones cuquis.

Caminar por en medio de la calle

Esto es algo que los valencianos hacemos inconscientemente, caminar por el centro de la calle a poco que no pasen coches. Durante las fiestas grandes como las fallas, donde muchas calles están cerradas al tráfico, llevamos esta costumbre a su máxima expresión, y luego nos cuesta ceder de nuevo a los coches su lugar central en las calzadas. A la menor ocasión abandonamos las aceras para ser los dueños de las calles y lo mejor de todo es que lo hacemos sin darnos cuenta.

Comer rosquilletas

Cuando no tienes tiempo para almorzar o merendar y tu estómago reclama alimento, pocas cosas funcionan mejor que un paquete de rosquilletas. Llamadas barritas de pan, grisines, bastoncitos o pan de pipas en otros lugares de España donde empiezan a descubrirlas, nuestras adictivas rosquilletas nos salvan de centenares de apuros y nos ayudan a matar el hambre entre horas como ningún otro alimento.

Comprar en el mercado

Ya sean esos mercadillos semanales que se montan en mitad de la calle o en los mercados municipales, es un privilegio comprar productos frescos a buen precio. Frutas y verduras frescas, carne y pescado, frutos secos o comida para llevar, en los mercados encuentras de todo. Y en los mercadillos además un montón de ropa y menaje para los bolsillos más humildes. Pero lo mejor no es el género, que también, sino el hecho de cruzarte con amigos y conocidos en el mercado y acabar entablando amistad con los vendedores.

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