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9 habilidades que los chilangos hemos perfeccionado mejor que nadie

Ciudad de México
by Rulo Luna Ramos 1 Feb 2018

1. Predecir el clima

Me refiero a toda esa banda que vende mil y un artículos para salir del quite: paraguas, impermeables, ventiladores de bolsillo que nunca sirven, cubre bocas, gorros que se transforman en bufandas y hasta la famosísima bolsa contra la lluvia. ¿De dónde sacan tanta cosa? ¿Y cómo inundan tan rápido las calles? Ni el Weather Channel ni el meteorológico de la UNAM se la saben como estos señores. Mis respetos al lado más visionario del comercio informal.

2. El radar anti viene-vienes


Estacionarse en zonas concurridas de la ciudad puede ser un verdadero desmadre. Además de tener que lidiar con garrafones apartando lugar, letreros de se ponchan llantas gratis y el eventual parquímetro, todo chilango que se precie de serlo sabe que no cualquier calle vacía es sinónimo de estacionamiento gratis. Hay que tener colmillo para evitar el silbidito y el subsecuente “viene-viene-todo-todo”. Años de experiencia y un ojo avisor nos evitan pagar cincuenta pesitos de cooperación voluntaria… casi siempre.

3. Hacer del transporte público una experiencia extrema

¿Para que ir a Six Flags si puedes obtener tu dosis de adrenalina diaria subiéndote de mosca en un micro? El transporte público de la Ciudad de México tiene la facultad de convertirse en toda una aventura si decides aventurarte en él durante horas pico. Después de usar al Metrobús como sustituto del quiropráctico, de lidiar con las mareas humanas de la Línea A del Metro en Pantitlán y de abrirte camino por el pasillo del trole para llegar a la salida a tiempo para bajarte, podemos decir que estamos más que curados de espantos.

4. Sacarle jugo a nuestros espacios públicos

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Sí, la ciudad vive a un ritmo acelerado y también puede ser de lo más caótica, pero con todo y eso, los chilangos encontramos tiempo para disfrutar de nuestros parques, plazas y calles peatonales. Por más que sea cierre de mes, siempre verás gente echándose un heladito en alguna banca de Coyoacán o domingueando por la Alameda en pleno martes. Con una ciudad tan bonita, nadie debería desaprovechar estas oportunidades para ponerle pausa a la rutina por un ratito.

5. Darle al desayuno la importancia que se merece

¿Qué tal una buena torta de tamal frito para empezar el día lleno de energía? ¿O prefieres unos chilaquiles de afuera del Oxxo? Basta con salir a las calles de la ciudad entre las seis y las diez de la mañana para encontrar multitud de opciones buenas, bonitas, baratas e inmensamente calóricas. Hasta los cocteles de frutas versión chilanga deben tener más del requerimiento diario de energía para un humano en reposo, pero ¿cómo le vas a hacer el feo a esa montaña de crema chantilly? La comida saludable está tan sobrevalorada.

6. Encontrar el cierre perfecto para una noche de fiesta

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Salir a buscar comida en la madrugada es bastante frustrante cuando estamos lejos de la ciudad. O todo está cerrado o hay como dos opciones abiertas a las que va medio mundo y ni están tan buenas. Y no nos metamos con el caso de estar hambreados a deshoras en el extranjero, que eso es un suplicio aparte. En la Ciudad de México hay montón de opciones abiertas toda la noche, muchas de ellas muy buenas y no necesariamente son puros tacos, aunque… ¿Quién le hace el feo a unos taquitos de suadero de Los Cocuyos después de una noche de excesos en el centro?

7. Manejar como si no hubiera un mañana… y no chocar

Medio mundo se queja de lo mal que se maneja por estos rumbos. Yo más que quejarme, me asombro de ver cómo todos sacan sus habilidades improvisadas de conductor de Fórmula 1 sin partirse la crisma en el intento. Creo que tenemos una especie de mentalidad de colmena o percepción Jedi que nos salva del desastre inminente a cada rato. Porque así que digan “uff, qué habilidosos son estos chilangos para manejar, ¡qué capacidad de reacción tienen!”, pues tampoco.

8. La adaptación a los ritmos cambiantes de la ciudad

Todas las ciudades grandes tienen sus ritmos y sus cambios, pero en pocas ciudades te puedes encontrar con tantas diferencias de un día para otro sin que la sociedad colapse. Que si ya cerraron Reforma, que si se inundó el Peri, que si hoy se pone el tianguis, que si el Metro ya no sirve, que si a Chuchita la bolsearon… y aún así, todos llegan a sus destinos, tal vez un poco tarde, tal vez un poco enfurruñados, pero llegan.

9. La rutina matutina en movimiento


Con las distancias tan largas que el chilango promedio tiene que cubrir diariamente, no sorprende que este delegue parte de sus actividades mañaneras para los momentos de traslado. ¿Que no te alcanzaste a arreglar? No te preocupes, tienes una hora para quitarte las lagañas, peinarte y enchinarte la pestaña a bordo del camión, nada más ten cuidado de no picarte un ojo a la hora de los baches. ¿Te faltaron horas de sueño? El calorcito del Metro es tu aliado durante esa última pestañita. ¿Qué no alcanzaste a desayunar? Seguro la señora del puesto de afuera de tu oficina ya te tiene listo tu champurrado. Ante la adversidad, ¡hay que improvisar! ¿No creen?