Todo empezó en Grecia, donde nos conocimos colaborando juntas en el campo de refugiados Oreo Kastro. En medio del caos y el frio forjamos nuestra amistad y nos dimos cuenta de que las dos queríamos seguir rumbos parecidos: alejarnos del camino marcado por la sociedad como el correcto, lanzarnos al vértigo que provoca el vacío de no tener un plan establecido y reencontrarnos con la vida en su sentido más pleno. El plan es cruzar el charco en Barco-stop. El Barco-stop es una modalidad de viaje en la que intercambias tu trabajo en un barco por hacer la travesía gratis o compartiendo gastos. El hecho de cruzar el océano es algo que nos atrae en todos los sentidos. Supone pasar un tiempo indefinido en el mar, ponerte a prueba mental y físicamente, desconectar del mundo durante un tiempo para conectar con otras partes de ti mismo y con los que compartan esta experiencia contigo. El tiempo que pasemos viajando por el continente latinoamericano participaremos en distintos proyectos como voluntarias a través de Workaway y otras páginas similares como WWOOF, Couchsurfing, HelpX... De esta forma pretendemos estar siempre en contacto con la comunidad local, involucrarnos en los problemas y luchas sociales de los lugares que visitemos y sentir estos sitios desde dentro, con la calma de alguien que no tiene prisa. Porque nuestro viaje no va de correr y tachar países, va de detenerse, volcarse, aprender a despedirse, escuchar, decir sí a todo lo nuevo y, sobre todo, vivir. Además, la suerte y el destino se han puesto de nuestro lado y ya hemos encontrado un barco que, paradójicamente, parte del puerto griego de Corfú, para atravesar el Mediterráneo y el Atlántico con destino Cuba, donde empezaremos nuestro viaje. Salimos a mediados de noviembre desde nuestra querida Grecia ¿Casualidad? No lo sabemos, lo que si es cierto es que Pronoia ya ha empezado y con buena estrella, no podía ser de otra manera.