Bajo su superficie, Galicia borbotea. Todo el territorio gallego está lleno de aguas termales (unas 300 captaciones, según Turismo.gal) y llevamos siglos aprovechándonos de sus propiedades. En el siglo XIX nos pusimos serios y convertimos muchos de esos manantiales y pozas en balnearios. Tras una época de decadencia durante el franquismo, a finales del XX y prinvcipios del XXI muchos reabrieron. Además de balnearios, tenemos unos cuantos talasos, que usan el agua del mar, y que también hemos incluido.
Un día o un fin de semana en un balneario es el típico capricho otoñal que te hace sentirte un poco rara al principio (¿soy una señora rica y decadente de 1887?), pero totalmente feliz y en paz y relajada cuando sales.