Hablar del choque de los mundos no consiste en ver únicamente una cara de la moneda, ni mucho menos juzgar desde la moralidad de nuestros tiempos, sino de abrir nuestra mente y aceptar lo que sucedió con ojo crítico. Justamente desde ese otro lado de la moneda se encuentra Fray Bartolomé de las Casas, quien llegó a sentir arrepentimiento de lo que sus compatriotas estaban haciendo en el continente.
En 1493, a los 15 años de edad, Bartolomé recibió a su padre en su regreso de la tercera expedición de Cristóbal Colón. El botín que el almirante traía consigo incluía 600 esclavos nativos. La familia de Bartolomé recibió uno como obsequio, el cual fue objeto de estudio para comparar la religión y la filología de aquellos pueblos con lo que Bartolomé conocía.
No fue sino hasta 1506 que recibió las órdenes de sacerdocio menor y, en 1507, fue ordenado como presbítero en Roma, auspiciando su primera misa en 1510, en Concepción de la Vega, en República Dominicana.