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Conoce todo sobre Bartolomé de las Casas, el español que se arrepintió de la conquista

México
by Xiu 22 May 2019

Hablar del choque de los mundos no consiste en ver únicamente una cara de la moneda, ni mucho menos juzgar desde la moralidad de nuestros tiempos, sino de abrir nuestra mente y aceptar lo que sucedió con ojo crítico. Justamente desde ese otro lado de la moneda se encuentra Fray Bartolomé de las Casas, quien llegó a sentir arrepentimiento de lo que sus compatriotas estaban haciendo en el continente.

En 1493, a los 15 años de edad, Bartolomé recibió a su padre en su regreso de la tercera expedición de Cristóbal Colón. El botín que el almirante traía consigo incluía 600 esclavos nativos. La familia de Bartolomé recibió uno como obsequio, el cual fue objeto de estudio para comparar la religión y la filología de aquellos pueblos con lo que Bartolomé conocía.

No fue sino hasta 1506 que recibió las órdenes de sacerdocio menor y, en 1507, fue ordenado como presbítero en Roma, auspiciando su primera misa en 1510, en Concepción de la Vega, en República Dominicana.

El primer viaje a América

Una vez concluidos sus estudios, Bartolomé consiguió un puesto como predicador en una expedición al Caribe, en el año de 1502, y fue testigo del nuevo sistema de conversión, en el que los nativos se encontraban bajo la protección española pero en una muy obvia esclavitud simulada.

Los trabajos eran tan forzados y muchos nativos morían por el agotamiento, el hambre y hasta siendo cazados:

“Cesció la crueldad inhumana que los nuestros usaban con las gentes della cada día más y más; los opresos indios viéndose cada día morir, comenzaron a huir de las minas y de los otros trabajos en que los mataban de pura hambre y continuo y excesivo trabajo; los españoles, que para tenerlos siempre en servicio clavados no les faltaban medios y mañas, procuraron por muchas maneras irlos a montear; entre otras comenzaron a criar lebreles y perros bravos que los despedazaban (…).

(…) Viéndose infelices, aunque inocentes, que por ninguna parte podían remediar ni obviar su perdición, ni de la muerte y muertes dobladas tan ciertas y horrendas escaparse, acordaron de ahorrar al menos de la una, que por ser tan luenga tenían por más intolerable, y esta era la vida que muriendo vivían amarga, por salir de la cual comenzaron de ahorcar”.

Fuente: Fray Bartolomé de las Casas, “Brevísima Relación de la destrucción de las Indias”.

A su llegada al actual Haití y República Dominicana, que en aquel entonces llamaron “La Española”, presenció el asesinato de los líderes nativos y hasta fue cómplice del acto, al participar activamente en las batallas contra quienes defendían su territorio de los extranjeros. En pago, recibió su propia encomienda.

Segundo viaje

Corría el año de 1508 cuando Bartolomé regresó a “La Española”, que se encontraba gobernada por Diego Colón, hijo de Cristóbal Colón, que también le otorgó una nueva encomienda. Allí, el 21 de diciembre presenció el llamado “Sermón de Adviento”, de boca de Fray Antonio de Montesinos, en el que enunciaba las crueldades cometidas por los españoles:

«Voz del que clama en el desierto. Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine y conozcan a su Dios y creador, sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Estos, no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis, esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad, de sueño tan letárgico, dormidos? Tened por cierto, que en el estado que estáis, no os podéis más salvar, que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe en Jesucristo».

Fuente: Fray Bartolomé de las Casas, “Historia de las Indias”.

Fue entonces que Bartolomé decidió comenzar un nuevo camino en defensa de los nativos y, tras una serie de protestas y debates en España, surgieron las “Leyes de Indias”, que pretendían proteger a los pobladores de América.

Tras triunfar como predicador, Bartolomé consiguió la promulgación de las “Leyes Nuevas”, con las que se prohibía la esclavitud nativa. En 1542 terminó de escribir su obra más célebre, “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, en la que detalla las crueldades cometidas por los españoles:

“…Hacían unas horcas largas, que juntasen casi los pies a la tierra, y de trece en trece, a honor y reverencia de Nuestro Redemtor y de los doce apóstoles, poniéndoles leña e fuego, los quemaban vivos. Otros ataban o liaban todo el cuerpo de paja seca pegándoles fuego, así los quemaban. Otros, y todos los que querían tomar a vida, cortábanles ambas manos y dellas llevaban colgando, y decíanles: «Andad por las cartas.» Conviene a saber, lleva las nuevas a las gentes que estaban huídas por los montes. Comúnmente mataban a los señores y nobles desta manera: que hacían unas parrillas de varas sobre horquetas y atábanlos en ellas y poníanles por debajo fuego manso, para que poco a poco, dando alaridos en aquellos tormentos, desesperados, se les salían las ánimas. Una vez yo mesmo vide que, teniendo en las parrillas quemándose cuatro o cinco principales y señores y porque daban muy grandes gritos y daban pena y al capitán le impedían el sueño, mandó que los ahogasen, y el alguacil, que era peor que el verdugo que los quemaba no quiso ahogarlos, antes les metió con sus manos palos en las bocas para que no sonasen y atizoles el fuego hasta que se asaron de despacio como él quería.

Aquellos malos cristianos entraban en los pueblos, ni dejaban niños y viejos, ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaban e hacían pedazos, como si dieran en unos corderos metidos en sus apriscos. Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría a un hombre por medio, o le cortaba la cabeza de un piquete o le descubría las entrañas. Tomaban las criaturas de las tetas de las madres, por las piernas, y le daban de cabeza con ellas en las peñas”.

Fray Bartolomé dedicó el resto de su vida a denunciar las arbitrariedades de los españoles y recibió el título de “Apóstol de los indios”.

“La causa por la que han muerto y destruído tantas y tales e tan infinito número de ánimas los cristianos ha sido solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy breves días e subir a estados muy altos e sin proporción de sus personas (conviene a saber): por la insaciable codicia e ambición que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser pudo, por ser aquellas tierras tan felices e tan ricas, e las gentes tan humildes, tan pacientes y tan fáciles a sujetarlas; a las cuales no han tenido más respecto ni dellas han hecho más cuenta ni estima (hablo con verdad por lo que sé y he visto todo el dicho tiempo), no digo que de bestias (porque pluguiera a Dios que como a bestias las hubieran tractado y estimado), pero como y menos que estiércol de las plazas”.

Fuente: Fray Bartolomé de las Casas, “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”.