Con la dieta mediterránea como base, en Málaga sabemos un poco de eso de comer. Lo aplicamos al desayuno, el brunch, el almuerzo, la merienda y la cena. Hay tanta variedad que es mejor hacer cinco comidas para disfrutar aún más de la gastronomía local. De plato en plato y tiro porque me toca, nos vamos de ruta para entender por qué la comida malagueña es la mejor del mundo mundial.
13 razones por las que la comida malagueña debería ser considerada la mejor del mundo
1. Te permite ser imaginativo nada más empezar el día
Un mollete de zurrapa con un mitad, un pitufo mixto con una nube, una viena catalana con un manchado… aquí hay múltiples maneras de pedir el pan y el café, así que cada día puedes imaginar cuál será la mejor combinación que se adapte a ti hasta que des con ella. Te habrá gustado tanto ir probando que, seguro, ahora querrás repetir todo otra vez. Y verás como descubras los churros con chocolate de Casa Aranda… ¡El bucle infinito del desayuno malagueño!
2. Convierte el desayuno una fiesta de colores y sabores
Con la cercanía de las frutas tropicales que se producen en la comarca de la Axarquía, tu mollete lo puedes untar con el cremoso aguacate Reed, tu café sustituirlo por un batido de maracuyá o lanzarte a una ensalada de frutas tropicales como mango o pitahaya para arrancar el día. El brunch también se ha puesto de moda en la Costa del Sol. ¡Y aquí, más saludable, imposible!
3. Ofrece un aperitivo único
De color ámbar oscuro, el Pajarete es un tipo de vino dulce natural malagueño. Su sabor es exquisito y, para el aperitivo, no hay nada mejor. Lo puedes tomar en lugares míticos como la antigua Casa de Guardia, en plena Alameda Principal, que tras las obras del metro va a quedar de maravilla. Allí tienen también un vermú, llamado Especial, que es solo uno de los muchos que ya se elaboran en la provincia de Málaga junto a otros como Ventura 27 (bodegas Dimobe) o Andresito (Bodega Niño de la Salina). Todos están hechos a partir de uva Pedro Ximénez. ¡Salud!
4. Es saludable hasta más no poder
El tomate y el aceite son dos grandes aliados para prevenir algunos tipos de cáncer como el de colon. Así que todo el mundo a tomar rico gazpacho y una buena porra antequerana, porque, además de disfrutar de lo lindo, se puede mejorar la salud. Son parte de esa dieta mediterránea tan saludable que incorpora las verduras, hortalizas y cítricos del valle del Guadalhorce, los cereales de la vega de Antequera… ¡Aquí lo tenéis todo!
5. Porque compartir es vivir
¿Que llega más gente a casa de la esperada y no hay sitio en la mesa para todos? Nada como el dicho de cuchara y paso atrás para compartir un buen plato de paella, que en Málaga puede ser elaborada con ricos mariscos de su litoral. Comer todos de la misma paellera (u olla, en el caso de ser algún potaje) une a las familias, crea amistades entre desconocidos y, bueno, también ahorra fregar platos. Todo es positivo.
6. Te permite hacer turismo
Nada como marcarse un road trip gastronómico, y en Málaga hay mil motivos para hacerlo. La provincia tiene 103 municipios y muchos más de la mitad celebran al menos una fiesta gastronómica en honor a algún producto o plato local. El níspero en Sayalonga, el ajoblanco en Almáchar, el conejo en Parauta, la castaña en Pujerra, la zanahoria morá en Cuevas Bajas, la pasa en El Borge, la haba en Villanueva de la Concepción, la naranja en Coín, el caracol en Riogordo y así, hasta el infinito y más allá. ¡A hacer kilómetros!
7. Los espetos
Parece fácil. Basta con ensartar unas cuantas sardinas, un buen pescado o un gran calamar en una caña, ponerlo junto a un fuego y esperar a que se ase. Pero si fuera tan sencillo, se podría comer en todo el litoral español… y no es así. En Málaga hay algo especial para que el pescado espetado salga de rechupete. El clásico entre los clásicos, claro, es la sardina; pero déjate llevar por una buena corvina espetada, un borriquete del Atlántico o unos buenos salmonetes. ¡Vivan los chiringuitos!
8. El pescaíto frito
Sí, también lo ponen en Cádiz y otros muchos lugares de la costa. Sin embargo, ¿alguien sirve esos manojillos de boquerones malagueños como Dios manda? La respuesta es no y, por eso, media España se acerca a Málaga en verano a comer pescaíto frito. Que si unos salmonetitos, unos boqueroncitos, unos choquitos, jibia… y no dejes pasar el gallo San Pedro. Delicatessen absoluta.
9. Por los productos únicos…
El tomate huevo de toro es una delicatessen absoluta. Estuvo a punto de desaparecer, pero ahora se ha puesto de moda (con razón) y se ha convertido en el tomate estrella de la despensa malagueña. En la alacena también tienen un hueco especial reservado las aceitunas aloreñas —únicas con denominación de origen en todo el país— o los mil y un aceites de oliva virgen extra. Muchos —sobre todo los de la comarca de Antequera— acumulan premios y melladas around the world. Igual tienes que echar algún tabique abajo y ampliar la despensa.
10. …Y miel de caña kilómetro cero
El precioso pueblo de Frigiliana tiene la única fábrica de miel de caña que sigue en funcionamiento en toda Europa. Es la mejor acompañante de las berenjenas fritas que sirven en el 99,9% de los restaurantes malagueños. Además, como está elaborada en la tierra a partir de caña de azúcar que también se planta entre Málaga y Granada, todo queda en casa. Menos huella de carbono, menos contaminación, más tradición y más sabor.
11. Por los camperos
Pásate sobre las nueve de la noche cualquier día de cualquier verano por la puerta del Mafalda, en el número 71 del paseo marítimo de Pedregalejo. La cola de clientes sale por la puerta, pero todos esperan pacientemente para disfrutar de algunos de los mejores camperos malagueños. A simple vista parecen un bocata con cosas, pero no te dejes engañar. Y, más, con la sabiduría con la que Andrés y su equipo los elabora. Más allá, los camperos de Maruchi en El Palo, Eladio en Carranque, Mortadelo en Huelin… ¡haz tu propia ruta campera!
12. Por lo bien que saben los postres
Sobre todo, el bienmesabe. A base de almendra, huevo, bizcocho y azúcar, este postre es típico de Antequera y su nombre lo dice todo. Pero aún queda mucho más: desde las tortas locas a las tortas de Algarrobo, pasando por los pestiños o los roscos de vino de Montañez. Y por cualquier bocado que elabore María en su establecimiento Julia Bakery. Allí sí que sabe todo bien…
13. Y por la barbaridad de las palmeras de Casa Kiki
En esta pastelería, Casa Kiki, empezaron hace unos años a realizar palmeras gigantes, de cerca de medio metro, y ahora este dulce es la estrella de cualquier cumpleaños, aniversario o fiesta que se precie. Hay de 21 sabores y se pueden personalizar. Te las llevan a casa y las puedes pedir por Whatsapp. Más fácil (y más chocolate) complicado.