Dinos que digamos «zapato» para reírte de nuestro seseo.
“Ay, ¿eres cordobés? ¿Puedes decir zapato, gracioso y corazón?” NO, no lo voy a hacer. Eso de llegar, conocer a un cordobés y hacerle la dichosa preguntita puede no sentar bien, señores. ¿Por qué? Porque si preguntas para reírte de cómo vamos a decir “sapato y corasón” con un acento “grasioso cordobeh” mejor te lo guardas. Yo no me río de mis compañeros de otras partes de España cuando me sueltan un laísmo, un leísmo o cualquier otro error gramatical; y esos aquí sí que los pillamos al vuelo, majo. Porque hablaremos gracioso pero escribir, escribimos de lujo, si no leed a Góngora.