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Cómo enfadar a un salmantino

by Cristina Rodríguez 16 Mar 2016

Invéntate nuestro gentilicio.

Hemos oído de todo: salamanqueses, salamanquinos, … ¡No es tan difícil! Somos salmantinos, helmánticos o charros.

Pregunta por la “rana” en vez de por la fachada de la Universidad.

Es como si en Sevilla te preguntaran por el Giraldillo en vez de por la catedral. Con lo bonita que es la fachada, ¿de verdad solo te interesa la anécdota?

Saca el tema de los papeles de Salamanca.

Espinoso tema que aún colea entre la clase política nacionalista catalana y la sociedad salmantina y castellano-leonesa. Algo que en cualquier lugar no habría sido fuente de polémica, aquí está enquistado y parece no tener fin.

Di que el paisaje que rodea a la ciudad es feo.

Es una llanura con la fértil vega del Tormes y de fea no tiene nada. Además, si vas hacia el sur las extensas dehesas del Campo Charro muestran todo su poderío con las encinas, el cerdo ibérico y el toro bravo de lidia que se cría allí.

Asegura que Valladolid es más bonita.

Rivalidades eternas aparte, nuestra ciudad es Patrimonio de la Humanidad y aunque la capital vallisoletana tiene un centro interesante no puede igualar la belleza sin par de Salamanca.

Llama hornazo a cualquier cosa.

Nuestro hornazo, típico del Lunes de Aguas, está buenísimo y relleno de chacina de cerdo ibérico. Sí, en otros lugares de España también existe, pero me consta que no tiene nada que ver con el auténtico. Es decir, el nuestro.

Ignora que nuestra Universidad es la más antigua de España y la primera de Europa que tuvo el título de universidad.

Junto con Bolonia, Oxford, París y Cambridge. Se fundó en 1218 y en 1225 se le concedió dicho título ¡casi nada!

Asume que puedes ver Salamanca en un día.

¡Qué error! No es la ciudad más grande del mundo, lo sabemos, pero está llena de lugares de interés que te llevará varios días conocer.

Recuérdanos la UDS.

¡Tuvimos equipo de fútbol una vez! De hecho, existió hasta que se disolvió en 2013, tras años de decadencia. Todos recordamos la época gloriosa en la que subía y bajaba de primera a segunda división, pero ahora preferimos que no nos lo recuerden.

Di que en otros sitios se habla un castellano mejor que el nuestro.

Hombre, que ya sé que somos “leístas”, pero la RAE lo admite precisamente para la zona de Castilla y León. Prueba del buen castellano que se habla en Salamanca son los innumerables estudiantes extranjeros que vienen aquí a aprender el idioma de Cervantes.

Asegura que somos del norte.

No es por nada pero el norte es Asturias, Cantabria o el País Vasco. Nunca lo había oído hasta que me vine a vivir a Castilla-La Mancha y me dijeron “vosotros los del norte”. ¡Los del norte no somos nosotros! Somos castellano-leoneses, mesetarios, y ya de paso del centro del país, pero… ¿del norte?

Compara nuestra Plaza con la de Madrid.

Seamos serios y no quiero ser chovinista, la Plaza (con mayúsculas, la nuestra) es única en su género con su ornamentación y concepción barroca de los hermanos Churriguera. Auténtica sala de estar salmantina, ha sido testigo de muchos acontecimientos de la ciudad y es obra de arte fundamental que trasciende la típica plaza mayor más habitual de España.

Piensa que nuestra gastronomía es sólo la chacina.

Es mucho más rica, ya que tenemos los embutidos de Guijuelo (los mejores), magnífica carne de morucha, quesos riquísimos como Hinojosa y delicatesen de todo tipo a la hora de los dulces.

Afirma que somos “secos”.

Quizá el habla salmantina tenga menos gracejo que otras. Quizá la climatología algo extrema haya hecho tradicionalmente a la gente parca en palabras, ya que no era cuestión de estarse a la intemperie. Pero de secos nada ¿eh?