6. Siempre viste los colores del equipo local.
Viví en el barrio de San Telmo, en Buenos Aires, por ocho meses en 2005. Me sentía superseguro y nunca tuve ningún problema.
Pero en el barrio vecino de La Boca estaba La Bombonera, el enorme estadio de fútbol del club Boca Juniors, uno de los más venerados por los argentinos. Para vivir la experiencia en su totalidad, sacaba siempre entradas para “la popular”, tribuna célebre -entre otras cosas- por sus peleas, ataques de puñaladas, golpizas y robos.
Siempre me aseguraba de dejar en casa la cámara de fotos, la billetera, el reloj o cualquier otra cosa de valor. También me vestía siempre con los colores de Boca. Y sí, mi amor por Boca era genuino, pero más allá de eso, ni aunque me pagaran me hubiera sentado en “la popular” vestido con otros colores que no fueran el azul y el oro.