¡No digas que no te avisamos!
Hay una regla no escrita en la sociedad dinamarquesa acerca de la privacidad y la esfera pública. Los daneses creen que todo el mundo tiene el derecho a no ser molestado en público y de hacer su vida sin sufrir interacciones inoportunas, saludos que no son bienvenidos o cualquier otro inconveniente generado por los demás.
Yo llamo a esta norma cultural silenciosa “ley de la privacidad en público”, y de a poco he aprendido que su violación es una de las maneras más rápidas y eficaces de provocar el enojo de esta bandada de estoicos escandinavos.
Esta investigación me llevó 18 meses de vida diaria en Copenhage, la capital de Dinamarca. Descubrí casi inmediatamente algunas de las siguientes estrategias, pero develar otras me llevó largos períodos de observación, más algunos inadvertidos pasos en falso y otras tantas provocaciones pasivo-agresivas.