Confúndelos con intérpretes.
Ojo, no vayas a pensar que el enojo se debe a alguna interna profesional contra los intérpretes. Nada que ver. Por lo general, los traductores admiramos los nervios de acero de los intérpretes y su agilidad mental. Pero nos indigna que la gente no sepa lo que hacemos y que pierda el interés al minuto en que aclaramos que no interpretamos conferencias ni las premiaciones por TV.