1. Salimos corriendo atrás del bus con la esperanza de que nos pare.
Cuando el bus pasa y todavía no llegamos a la parada, empezamos a correr y chiflar con la esperanza de que el conductor nos escuche, se compadezca y pare. También estamos siempre listos para “bajarnos al vuelo”: por años hemos venido desarrollando la habilidad de bajarnos del bus cuando aún está en movimiento, aterrizando en la vereda sin golpearnos, caernos o arrugar el traje.