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9 consejos de una mexicana para viajar sola por Europa

Europa
by Dann Castillo 3 Sep 2018

1. Cuidado al cruzar fronteras

Después de dos años de viajar sola por Europa, me he dado cuenta de que todo el mundo ama a los mexicanos… excepto los agentes migratorios. Todo es risa y diversión en el aeropuerto hasta que alguien ve tu pasaporte.

Hay pocas formas de luchar contra la discriminación aduanal y el resultado de tu encuentro depende en gran parte del humor del agente que haga tu revisión, pero para evitarte problemas, mejor llega con un itinerario muy claro, un buen presupuesto en tu cuenta de banco y —muy recomendable— un boleto de regreso. Tampoco olvides permanecer tranquila y segura de ti misma. A veces los nervios traicionan, pero eso sólo hará que los oficiales se pongan más recelosos, así que, ¡respira!

2. Muy caliente

Aunque, como mencioné anteriormente, mucha gente tiene una buena opinión de los mexicanos en general, el ser mujer y latina en el extranjero a veces se traduce como un “estoy caliente”. ¿De dónde viene esta preconcepción? No lo sé, pero es real.

Si tu intención en el extranjero es esa, adelante, pero si no, asegúrate de aclararlo puntualmente con los susodichos o susodichas con los que te cruces por el camino. Tu nacionalidad no condiciona tu líbido.

3. Y ya que estamos en esas… bájale a los besos

Yo soy fan de dar beso y abrazo a todos mis conocidos, pero esta costumbre muy mexicana puede sacar de onda a más de un extranjero. Aunque hay países en donde sí se usa eso de pegar cachete con cachete (y hasta dar dos o tres besos seguidos), hay otros donde este contacto está reservado para relaciones más íntimas y puede crear uno que otro malentendido. En estos casos, lo mejor es que tientes las aguas con un saludo de mano y veas si la otra persona se inclina hacia ti o no.

4. Aguas con el alcohol

A los mexicanos a veces nos da por pensar que por tomarnos un six de Coronas podemos aguantar un six de cervezas belgas. Déjenme les doy un spoiler: no podemos. Y mientras en Puerto Vallarta puedes tener a tu séquito de amigas cuidándote la borrachera, en Bruselas no es necesariamente el caso.

Aunque siempre hay que estar abusadas cuando se nos pasan las copas, al viajar solas esta precaución es indispensable. Identifica cómo volver a tu alojamiento a altas horas de la noche y ubica los lugares que ofrecen comida de emergencia en la madrugada. Sé que es difícil resistirse a las noches de fiesta en Budapest o las pintas de Guinness irlandesas, pero bajarle poquito a los decibeles o tener un plan en caso de que el porcentaje de alcohol en la sangre se exceda, nunca está de más.

5. Sé amigable… ¡Pero no tanto!

La sangre mexicana nos hacer ser amables con naturalidad. Todos esos chanclazos que nos pegaron nuestras mamás no fueron en vano y nos volvieron personas súper educadas. Sin embargo, cuando viajas sola por el mundo, a veces tienes que dejar esas lecciones de la infancia de lado y, por una vez, decir las cosas de frente.

Una vez en Ámsterdam, se me ocurrió la grandiosa idea de pedirle a un chico que me tomara una foto. El sujeto en cuestión se tomó la petición como invitación y me siguió por media hora alrededor de los canales. Al final, después de haber agotado todas las negativas diplomáticas que me había enseñado mi santa madre, opté por decirle al acosador que me dejara en paz de una buena vez. Obviamente el susodicho no se lo tomó tan bien, pero el decir no, claramente y sin tapujos, hizo el truco y me pude ir a disfrutar de la casa de Ana Frank completamente sola. Recuerden que si alguien las hace sentir incómodas, no está mal saltarse unas cuantas lecciones de etiqueta.

6. No empaques tanto

A los mexicanos nos encanta viajar llenos de triques. Es la verdad. Tal vez esas treinta y dos miniaturas de la Torre Eiffel parezcan la mejor inversión de la historia, pero en el momento que tengas que arrastrar sola tu equipaje por cinco pisos para llegar al Airbnb, te prometo que te darás cuenta de lo estúpida que fue la idea. Nuestra tendencia acumuladora nos tentará constantemente en el camino. No por nada los mexicanos somos los viajeros que más souvenirs compran a nivel mundial. Cierra los ojos en los mercados callejeros de Londres, haz caso omiso de los vendedores de las ramblas y convéncete a ti misma de que no necesitas otro par de zapatos —por más que estén hechos de cuero italiano— y sigue tu camino. Tu espalda y tu bolsillo te lo van a agradecer.

7. A todos nos estereotipan, no lo tomes personal

Tanto México como cualquier país del mundo están rodeados de prejuicios. Que no te sorprenda cuando la gente los aplique contigo. Al principio me solía molestar cuando las personas me preguntaban si vivía en medio del desierto o si tenía agua corriente en mi casa, pero la verdad es que muchos de los estereotipos no son dolosos, sino que provienen de la desinformación por periódicos amarillistas o películas gringas malas. La gran mayoría de las veces, los extranjeros con los que me encontré tenían una curiosidad genuina y se mostraban muy interesados cuando les contaba cómo eran en realidad las cosas en México. Así que tómalo con humor y tómate un par de minutos para explicar la surreal cultura mexicana a quien esté dispuesto a escucharte.

8. Cuéntaselo a quien más confianza le tengas

Una de las cosas que más me gusta de viajar tiempo completo es explorar destinos no turísticos y socializar con los locales; sin embargo, cada que me embarco en cualquiera de estas actividades, me aseguro de siempre decirle a alguien dónde estoy y con quién. Puedo sonar paranoica, pero me tranquiliza saber que alguien conoce mi paradero aún cuando estoy a miles de kilómetros de casa. Si quieres llevártela leve, puedes sólo enviarle un mensaje de whatsapp a tu amiga después de una noche de fiesta, pero si quieres ser extra segura, puedes incluso bajar apps que le avisan a un contacto de confianza si llegaste bien a tu alojamiento o no. Lo dejo a tu consideración.

9. Confía en tu instinto

La verdad es que no haya un solo manual que te explique la mejor forma de viajar sola como mexicana. Muchas veces, depende de la suerte, las circunstancias y tu sentido común. Si una situación, por más segura que parezca, no se siente bien, hazle caso a tu intuición y sigue tus instintos. Peligros hay en todo el mundo, pero no debes dejar que eso te impida salir y explorarlo.