29 cosas que debes hacer en Valencia antes de morir
Perderte entre los pasillos de uno de los mercados más bonito del mundo según la BBC y comprar productos frescos recogidos de la huerta cada mañana.
Desde hace más de 100 años el Mercado Central es epicentro de las compras de los valencianos y un paraíso para los gourmets. Foto: 16:9clue
Pasear por la Ciudad de las Artes y las Ciencias.
Preguntarte: ¿Me podría bañar en esta piscina? ¿Cuánto habrán costado todos estos edificios? ¿Para qué sirve el Ágora? Foto: KΛ13
Alucinar con la espectacular fachada del Palacio del Marqués de Dos Aguas
Es la sede del Museo Nacional de Cerámica, y único ejemplo de estilo rococó civil de toda la Península Ibérica. Foto: Pedro Ribeiro Simões
Intermedio
Nadar en las playas semidesiertas del Saler, y descubrir que no hace falta irse muy lejos para tomar el sol en paz y sin agobios.
Y si te atreves a bañarte desnudo, no hay problema, hay muchas zonas nudistas para poder ponerse moreno y no dejar ninguna marca blanca en la piel. Foto: Jorge Sanz
Recorrer en bicicleta la ciudad.
Valencia es llana, y cada vez hay más carril bici para poder moverte por la ciudad sin necesidad de utilizar el coche u otro medio de transporte. Si te apetece puedes empezar recorriendo el río, desde el Parc de Capçalera hasta la Ciudad de las Ciencias, un paseo mágico. Foto: Michael Behrens
Ver un atardecer desde la sabana valenciana.
El Bioparc es un zoológico de inmersión donde los animales están viviendo en su hábitat, y se puede disfrutar de ellos sin barreras desde muy cerca. Sentarse en una de sus terrazas durante el atardecer mientras corretean las jirafas y bostezan los leones, es lo más parecido a vivir un safari que vas a encontrar sin visitar África. Foto: decar66
Hacerte una foto con alguno de los centenares de ninjas que el grafitero “Lemon” ha pintado por todos los rincones de la ciudad.
Además puedes disfrutar de un museo al aire libre, ya que Valencia está llena de grafitis de artistas mundialmente reconocidos como Escif, Hyuro, Deih, o Pantone. Foto: Michael Behrens
Intermedio
Recorrer la calle más bonita de Europa, la calle de la Paz.
Desde los jardines del Parterre y sus imponentes magnolios, hasta llegar a la Torre de Santa Catalina, cuya silueta se vislumbra al fondo durante todo el recorrido. Palacios modernistas, conventos, balconadas imposibles… una calle mágica. Foto: Jocelyn Kinghorn
Descubrir las gárgolas de la Lonja de la Seda y buscar el parecido que tienen con nuestros familiares.
La Lonja es el único edificio patrimonio de la humanidad que tiene Valencia y su historia y sus columnas son fascinantes. Y entre sus encantos, las gárgolas perfectamente conservadas que retratan a personajes auténticos de la época. Foto: Roberto Latxaga
Subir a las Torres de Quart y a las Torres de Serranos, las dos puertas de la ciudad amurallada que todavía siguen en pie.
Y después discutir sobre si son más bonitas las redondas de Quart y sus agujeros de cañón, o las poligonales con vistas al río de Serranos. Foto: Carlos Jiménez Ruiz
Vivir una mascletà en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia.
El ritmo in crescendo de los petardos, las carcasas de luz, el terremoto final, la euforia contagiosa de miles de personas que vibran al son de la pólvora. Un “must” para todos los amantes de experiencias únicas. Foto: Emilio García
Intermedio
Visitar la escondida plaza redonda.
Un lugar perfecto para comprar cerámica, tomarse una cerveza en sus terrazas, cambiar cromos los domingos, o adquirir unos lazos en sus múltiples y antiguas mercerías. Y también un lugar donde practicar un deporte muy valenciano, discutir. En este caso sobre si la rehabilitación ha matado todo su encanto, o por el contrario ha sido un éxito. Foto: Víctor Gutiérrez Navarro
Sentirte carnaza.
Al final del antiguo cauce del río Turia encontramos el parque oceanográfico más grande de Europa, donde ballenas, delfines, focas, pingüinos y tiburones te esperan. Sumergirte por sus pasillos rodeado de tiburones, será lo más parecido que vivirás en tierra firme a los documentales de Jacques Cousteau. Foto: Andreas Wieser
Volver a la infancia a través de los toboganes del Gulliver.
Es un parque único que lleva 25 años recibiendo a niños, provocando risas, y también algún que otro llanto. Sentirse liliputiense es posible al lado del enorme Gulliver de Valencia. Foto: Kent Wang
Subir al balcón del Ayuntamiento.
Antes estaba reservado a los invitados ilustres que visitaban Valencia en fallas. Ahora se han abierto sus puertas y se puede visitar libremente el precioso Ayuntamiento de la capital del Turia. Además de disfrutar de unas buenas vistas, puedes sentirte fallera mayor por un minuto y pronunciar eso de “Senyor pirotècnic, pot començar la mascletà”. Foto: Christian Jiménez
Seguir a rajatabla la recomendación de hacer 5 comidas al día.
La segunda, tras el desayuno, es el almuerzo. Olivas y cacahuetes suelen acompañar al bocadillo, el cual somos capaces de rellenar con patatas fritas, embutido y mayonesa. Enamórate de la cultura del almuerzo, ñam, ñam. Foto: Jorge Sanz
Descubrir los claustros y las salas del Centro del Carmen, un antiguo convento que ahora acoge obras de arte contemporáneo.
Sus imponentes salas, la calma de sus claustros, los restos árabes que aún se conservan y el fabuloso estado de conservación de sus muros, hacen de este lugar, un rincón mágico. Foto: (vincent desjardins)
Pasear rodeado de gatos por el Jardín Botánico.
Flores, árboles, arbustos, plantas exóticas y carnívoras y unos invernaderos de ensueño conforman este precioso museo vivo que funciona como pulmón de la ciudad de Valencia, y como casa para muchos gatos. Foto: Juan J. Martínez
Merendar una horchatita fresquita y mojar un fartón recién hecho.
Además de refrescarte y saciarte, hará que te enamores de la bebida más amada por los valencianos durante el verano. Pero que sea horchata de Alboraya, no valen imitaciones. Foto: Trevor Huxham
Navegar durante el ocaso por la Albufera, mientras te sobrevuelan los patos y los flamencos, y saltan de lado a lado de la barca peces voladores.
Reconcíliate con la naturaleza a solo 15 minutos del centro de la ciudad. Foto: Marcela Escandell
Comerte una paella de categoría internacional en cualquiera de los restaurantes que cocinan la receta tradicional.
El único inconveniente que tiene la paella valenciana, es que una vez has degustado la auténtica, las demás te parecerán incomestibles. Foto: Premsa Ajuntament de Torrent
Rememorar tu infancia con los soldaditos de plomo a lo grande.
Porque en Valencia está L’Iber, el museo más grande del mundo de soldaditos de plomo. Un espacio lleno de detalles sorprendentes y escenas conocidas, que hará las delicias de los que son pequeños, y de lo fueron. Foto: Juan Carlos Rojo
Sorprenderte con la imponente presencia de magníficas construcciones modernistas en Valencia.
Desde la estación del Norte, hasta el Mercado de Colón, pasando por los preciosos edificios de viviendas del Ensanche. Unas joyas arquitectónicas que no dejan indiferente a nadie. Foto: Jorge Sanz
Jugar al escondite entre naranjos de la huerta y acabar comiéndote naranjas o mandarinas directamente del árbol.
Apreciadas en todo el mundo, las naranjas valencianas forman junto con los naranjos, unos inmensos bosques que ocupan gran parte de la huerta que rodea a la ciudad de Valencia. Perderse entre ellos es una experiencia de color y sabor. Foto: Marcela Escandell
Escarbar en la arena de la playa hasta encontrar suficientes tellinas como para poder preparar una ración.
Estos moluscos bivalvos, tan presentes en las playas valencianas, resultan un aperitivo delicioso y tan adictivo como las pipas. Foto: juantiagues
Montar un pícnic en el jardín del río Turia.
El antiguo cauce se llena de deportistas, turistas y curiosos durante todo el día, pero existen muchos rincones donde poder plantar una toalla y montar un pícnic en plena ciudad. Foto: Sjaak Kempe
Subir al Micalet y deslumbrarse con la imponente panorámica de la ciudad de Valencia.
Tras la escalinata se encuentra una de las mejores vistas de toda la ciudad antigua, pero cuidado con las campanas, que te pueden dejar sordo. Foto: ramonbaile
Acudir a la cita semanal con el Tribunal de las Aguas, una institución jurídica independiente que reparte justicia ininterrumpidamente desde 1239.
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, cada jueves se dan cita los representantes de las acequias en la Puerta de los Apóstoles de la Catedral. Foto: Carquinyol
Acercarte al Santo Cáliz, y una vez allí intentar descifrar si es el auténtico o no.
Dice la tradición aragonesa que de Judea llegó a Roma, para acabar en Valencia. El verdadero o no, será mejor que vayas a visitarlo y lo decidas por ti mismo. Foto: Vitold Muratov