¡Porque la caña que deja el tequila y el mezcal no hay Gatorade que la componga!
Estas ni se parecen a lo que en Chile nos venden como michelada, y el clamato se vuelve un imperdible.
Toda una revolución a nuestro tranquilísimo paladar.
Cuando nos miran como si fuéramos extraterrestres, captamos que aún hablando español no se nos entiende un pepino.
Por confundir su ahorita con nuestro altiro, nos convertimos en los reyes de la puntualidad (cosa que en Chile no nos pasa jamás de los jamases).
O bueno, bueno al “no mames” wey.
Y nos quedan gustando. En Chile los desayunos suelen ser livianos, marraqueta con palta y un café cargado o bien cereales más fruta con yogurt. Llegando a México, de entrada entendemos que los de ellos SI son desayunos abundantes y pesados. ¡Se vuelven inolvidables, eso si!
Sip a esto también se le puede poner picante. La Valentina se convierte en prioridad… los cines chilenos estaban ocultándonos la posibilidad de disfrutar de este “manjars”.
¡¡¡Los cocteles, los caramelos y hasta la fruta!!! Si se le puede poner Tajín, pues que venga. ¿A alguien se le antoja una sandía con picante?
Además, hasta la forma de hablar puede ser “picante”. Como dice Rulo Luna Ramos en su mini guía para enfrentarse al albur mexicano, hay que tener cuidado con el chile ;)
Para los chilenos el taco es el trancón en el tráfico vehicular. Así, a cada excusa del tipo «estoy demorada en un taco», nos contestan con un «pues cómetelo».
El Chavo era el comodín de las tardes de televisión chilena: me atrevo a decir que nos sabemos de memoria los capítulos (¡¡ratero!!).
Pero como todo show de televisión, es solo una representación posible, y ¡hay tantas expresiones culturales y diversidad en México!
México sigue siendo mi país favorito. Es que su cultura, su gente y su sabrosa comida hacen que te quieras quedar… 