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Quién fue Cuauhtémoc, el último defensor de la gran Tenochtitlán

México
by Xiu 17 Jun 2017

1.

En el año Nahui Tecpatl, cuatro pedernal del calendario mexica (1496), el gran imperio estaba en el apogeo de su poder, cuando vio nacer a su hijo más amado: Cuauhtemoctzin. Luego de haber superado las pruebas del nacimiento, los dioses le concedieron el don de la vida y, al mismo tiempo, un destino durísimo, para el que las mismas deidades se encargaron también de prepararlo.

2.

Fue hijo del gran Huey-Tlatoani Ahuizotl, octavo señor de Tenochtitlán y antecesor de Motecuhzoma.

3.

Imaginamos que la magnificencia de las ceremonias dedicadas al nacimiento de este hijo habrán sido unas de las más fastuosas que conoció el imperio mexica.

4.

Cuando nació, se colocaron al lado del príncipe las armas de su padre, anunciando su destino de gran guerrero.

5.

El momento cúspide del rito debió ser simplemente poético, con la partera pronunciando al príncipe las palabras que correspondían a su destino, recordándole que a este mundo venimos “a sufrir y perseverar”.

6.

Siete años después, se consultó a los tonalpouhqui para que leyeran el destino del príncipe y, como era de esperarse, los augures fueron brillantes. Se decidió entonces nombrarlo Cuauhtémoc (Águila que cae sobre su presa).

7.

Dicen algunos anales que en el año de nacimiento de Cuauhtémoc ocurrió un eclipse, lo que anunciaba un desastre para el futuro. Sin duda, una mala noticia para nuestro héroe, pues sería él quien tendría que enfrentarlo. La llegada de los españoles vino a confirmar ese presagio.

8.

A los seis años de edad, Cuauhtemoctzin quedó huérfano de padre y su madre se encargaría de su educación. Ahuitzotl dejó este mundo después de haber ensanchado los límites del imperio de costa a costa y hasta las fronteras con Guatemala.

9.

Cuauhtémoc fue también testigo de la magnificencia de las ceremonias de despedida de su padre y el nombramiento de un nuevo señor: Motecuhzoma.

10.

Se puede leer en el códice mendocino que “…desde los tres años se educaba al varón mexica en la obediencia, la laboriosidad, la devoción a los dioses y la sobriedad, con tal severidad que la educación médica es fiel testimonio de la disciplina…”.

11.

Cuando Cuauhtémoc perdió a su padre, a los seis años, la alimentación del niño se redujo a una tortilla y media de maíz por día, régimen sobrio que siguió hasta los trece años. En señal de humildad, el niño debía acudir al tianguis o mercado, en este caso al espléndido mercado de su señorío, Tlatelolco, a recoger los granos y frutos que los comerciantes dejaran en el suelo. Todo esto con la intención de conocer la vida en el reino que más tarde gobernaría.

12.

La vida de un príncipe era más dura que la de los niños comunes pues en sus hombros recaería la responsabilidad de gobernar.

13.

La Historia le tenía preparado a Cuauhtémoc la más increíble de las guerras, una en la que se enfrentaría a aquellos hombres blancos venidos del otro lado del mar, con armas desconocidas, enfermedades que asesinaron a cientos de miles y el abandono de sus vasallos a causa del resentimiento causado por las acciones políticas de su tío Motecuhzoma.

14.

Solo 21 años tenía el joven príncipe cuando recayó en su espalda el peso de cambiar para siempre la historia de su nación. Fue un rey que no conoció para sí mismo el lujo de una ceremonia de coronación, pues su ciudad, moribunda y desmoronada, luchaba con sus últimas fuerzas para repeler al invasor.

15.

Llegó el día de su captura por parte de Hernán Cortés y su muerte no se hizo esperar, precedida por la tortura para obligarlo a entregar los tesoros de su nación.

16.

Hoy en día miles de personas acuden año tras año al que consideran su sepulcro en Ichcateopan, Estado de Guerrero. Así le rinden homenaje al último defensor de Tenochtitlán, a casi 500 años de su muerte.

17.

Hay quienes dicen incluso que aquel lugar en Ichcateopan es el único “altar a la patria”, hogar eterno de un héroe del color del bronce como la mayoría de los mexicanos, con quienes sienten más cercanía como héroe que aquellos héroes blancos a quienes se les han dedicado libros enteros para honra de su memoria.

Crédito imagen de portada: christianjavan